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Mostrando entradas de junio, 2011

Una tragedia en la Familia Real (parte 4)

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En treinta años de vida he tomado una filosofía como mía: “Procura en lo que puedas tener la mayor cantidad de amigos, y no busques enemigos, pues uno nunca sabe cuando puedes depender de las personas que menos esperas.”   Parece que David, sin querer descubrió esa filosofía, pues años atrás, cuando fue coronado rey de Israel hizo bondad con los descendientes de Saúl, antiguo rey ya muerto por amor a Jonatán su amigo del alma, hijo del rey Saúl. (Espero no enredarte con esta historia). Aún era joven David, sentado en su trono en Jerusalén cuando recordó todo el trayecto que pasó para llegar hasta ese momento. Sus huidas al desierto siendo perseguido injustamente por el rey Saúl aún estaban frescas en su mente, realmente toma en cuenta que la inmensa mayoría del libro de los Salmos fue escritos en cuevas, huyendo para salvar su vida; así que imagina el llanto de este hombre a quien la Biblia lo cataloga como “un hombre conforme al corazón de Dios”, las aflicciones y al mismo tiempo la

Una Tragedia en la Familia Real (Parte 3)

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Si Absalón había aprendido algo desde su formación de juventud era a vengarse de sus enemigos. Sabía el joven que para efectuar tal venganza debía ser con la cabeza fría y con una previa estrategia a seguir. Tuvo el tiempo suficiente para evaluar los pro y los contra de su plan hasta que quedó a perfección. Durante el día su vida era relativamente “normal” convivía de vez en cuando con sus hermanos a quienes quería mucho, Tamar su hermana se había convertido en una hermosa joven de veinticinco años, aún admirada por su belleza en todo el reino. Salomón en la adolescencia era el más cercano a David, aprendiendo cada día de su padre y de su madre Betsabé. Por las noches Absalón meditaba sobre su perfecto plan y su fecha de ejecución; con el tiempo compró un carruaje y unos caballos árabes para movilizarse con mayor rapidez desde su hogar hasta Jerusalén; contrató cincuenta guardaespaldas primeramente para proteger su vida por los admiradores de Amnon ya fallecido y segundo para demostrar

Una tragedia en la familia real II Parte

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Es sorprendente la manera de cómo todo tu entorno cambia de la noche a la mañana. Pasas de una “comodidad” a la que estabas acostumbrado ya y enfrentar lo desconocido, la incertidumbre y la soledad. Mientras galopaba a toda prisa hacia Gesur, el joven Absalón divagaba en su mente sobre lo ocurrido. Había actuado por un mero impulso al ordenar matar a su medio hermano Amnón, pero pese a que su vida daba un giro para siempre no estaba arrepentido de lo ocurrido. El destierro, el no volver a ver a Tamar su bella hermana y estar lejos de su familia fue el precio alto a pagar por su derramamiento de sangre. Al horizonte, su destino: Gesur. Tierra gobernada por la única persona en la que confiaba en esos momentos: Talmayb su abuelo materno, el rey. Sabía que de buscarle su padre allí sería mal visto por los plebeyos y un verdadero escándalo a las excelentes relaciones que se tenían con Israel, por lo cual su vida no corría peligro alguno allí. Lejos de esas tierras, las canas de un hombre ma

Una tragedia en la familia real

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Si hay una historia que conmueve las fibras de mi corazón en la Biblia es la siguiente. No puedo evitar escribir estas líneas sin que un par de lágrimas intenten brotar de mis ojos, aún más cuando mentalmente imagino el entorno de aquel hombre, el cual teniéndolo todo lloraba amargamente. Omitiré nombres para hacer un poco más interesante la historia, aunque en el transcurso de esta será inevitable dejarlos de mencionar. “ Al escuchar la noticia del centinela en el muro, El rey se puso en pie. Su corazón desde que la batalla comenzó estaba pendiendo de un hilo, pensando lo peor. Las personas que él amaba estaban en el fragor de la ofensiva, en especial su hijo; la razón de su angustia al temer por su vida. El rey no dudaba de la capacidad de su ejército, sabía que a lo largo de cruentas batallas, incluso en las que él mismo participó; había formado hombres diestros en la espada, arqueros envidiables y valientes paladines. Todo Israel sabía eso, y si en algo se enorgullecía el pueblo