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Mostrando entradas de octubre, 2011

En busca de la Integridad

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Era casi medianoche cuando el timbre del teléfono irrumpió la quietud de la soledad. Para Ernesto Villanueva, pastor de la iglesia de las Asambleas de Dios no era algo de extrañarle. Frecuentemente recibía llamadas de su congregación, pidiendo consejería sobre algún problema en sus vidas, opinión sobre como criar a hijos descarriados o la confirmación de su asistencia a un velorio, pues alguno de la congregación (o algún familiar de este) ha fallecido. Esta vez el pastor Ernesto no acertó a ninguno de sus pronósticos. La llamada era de su amigo y también pastor Luis Fernando, con quien estudió y se graduó hacía años del seminario de Teología. Aunque la amistad de ambos era sincera sus ocupaciones ministeriales muchas veces impedían que estos pasaran tiempos juntos. La llamada esta vez era para hacerle una informal, pero verdadera invitación a una campaña evangelística a realizarse en la ciudad donde Luis Fernando pastoreaba. Ernesto estaba encantado de poder asistir, pero había un prob

Inmerecido Amor (por Badger Joon)

¿Cómo agradecer tan inmenso amor y bondad? Si tu ternura es alta como el cielo Tan profunda como el mar. Majestuoso, Soberano, Insondable Redentor Tu voluntad es por los siglos, Oh sublime Salvador Que aun siendo tu enemigo Tu amor me consumió. Atesoro tu Palabra, deliciosa es para mí Tú moldeas mi carácter y me muestras más de ti Agradable es a mi alma, mi espíritu te desea Y a Cristo me modelas, vida nueva hay en ti En el alba te busca mi alma, tu presencia al amanecer Tu instrucción yo necesito para el día proceder Imperfecto y débil soy, fortalece mi existir Cantaré de mi Señor, me revela su Poder. Tres veces Santo lo declara hoy mi ser Todopoderoso de mi vida tu eres rey Al meditar sobre tus obras Y las maravillas de tu ley No tengo más que agradecer El sacrificio tan perfecto Que ni viviendo para ti Merecería por completo.

Jodidamente Infelices

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A pesar de haber dormido en un horario normal me sentía muy cansado. En el espejo retrovisor del bus pude ver como las ojeras se marcaban en mi ser, reflejando el stress de una semana muy atareada en el trabajo. Me levanté sin ganas ese día, odiando los finales de mes y los inicios de uno nuevo (mis colegas y compañeros me comprenderán). La presión era tanta que incluso la luz de un sol de las ocho de la mañana me molestaba. No me mal interpretes, no suelo ser así. Generalmente trato de ignorar las cosas que me molestan o muchas veces ver el lado positivo de todo, pero esa semana sencillamente me había cansado la rutina. Me fastidiaba hacer las mismas cosas a diario, saludar de la misma manera, comer las mismas cosas en el almuerzo; más bien lucia como un robot programado para hacer todo idénticamente al día anterior. Estoy más que seguro que esa mañana en especial Dios estaba observando mi actitud y había preparado una gran lección para su servidor. El plan que Dios tenía no iba bajo

A fuerza de práctica

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Dios está moldeándome como barro en manos del alfarero. Se que es una frase que está muy trillada ya para aquellos que somos conocidos por Dios; pero hasta hace un par de meses lo he podido comprobar en mi vida, que dicha frase “barro en sus manos” es una realidad en mi ser. Debido a diversos sucesos que pasaron conmigo dieron como resultado que yo tuviese una mayor comunión con Dios. Creé hábitos en mi vida cuando, sin pena ni vergüenza lo expreso, era un completo desorganizado respecto a las cosas espirituales. Uno de esos tantos hábitos que ahora tengo es levantarme más temprano por la mañana para buscar de Dios. No es un cuadro muy elegante a imaginar, el estar sentado aún con pijamas en el comedor, con la Biblia abierta, una cara de sueño, cabello enmarañado y una taza de café. Tampoco es algo que se diga que es cómodo, porque a diario tengo que batallar conmigo mismo y lograr vencer el agrado de mi cama y el confort de mi almohada. Pero debo reconocer que buscar a Dios antes del

Un inesperado encuentro

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Su rostro, reflejado en el espejo de bronce, denotaba cierto cansancio; sin embargo el hombre estaba comprometido a contar la historia que cambió la humanidad. Aunque Juan Marcos no estuvo presente cuando los sucesos acontecieron; pues en esos tiempos apenas era un pequeño niño, si tuvo el privilegio de escuchar la historia con quienes la vivieron en carne propia, especialmente con Céfas, ahora conocido como Pedro y Jacobo, hermano en carne de Jesús y uno de los principales cabecillas que lideraban la iglesia en Jerusalén. Su decisión de escribir obedecía a dos razones principales: La cruel e inmisericorde persecución del imperio romano sobre un gran número de creyentes hacía que la historia de los hechos se deformara en cierto punto, por esa razón quería recopilar los sucesos tal y como acontecieron hace ya veinte años atrás, y lo segundo es la inmensa necesidad de proclamar el evangelio a toda criatura. Juan Marcos había escrito la mayoría de los papiros que hoy conocemos como el eva

La obediencia: Un sacrificio vivo

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Ángel sabía que debía librar una batalla enorme contra la leucemia. A sus cortos nueve años su vida había cambiado drásticamente desde que la enfermedad fue descubierta y la cura para esta era más tediosa que la misma enfermedad. Las sesiones de quimioterapia literalmente descomponían su organismo y constantemente se sentía enfermo. Pudo ver como su cabello castaño y lacio se caía por mechones hasta quedar completamente calvo y en el transcurso de cuatro meses internado en el hospital de niños, su cuerpo regordete y rosado era cosa del recuerdo, pues cada vez que se miraba al espejo veía en su reflejo un escuálido y delgado chaval. Aún así Ángel valoraba cada minuto de su vida. Salvo por las quimioterapias que le desagradaban; (a quien no), siempre cada mañana que era examinado, una sonrisa inocente que solo un niño puede dar sorprendía a las enfermeras y al cuerpo médico de turno. Su memoria era vivaz, en pocos días logró memorizar los nombres de las enfermeras y horarios tanto diurno