En el tiempo y momento precisos
… Hay cierta raza dispersada por todas las provincias del imperio que se mantienen aisladas de todas las demás. Tienen leyes diferentes de los demás pueblos y se niegan a obedecer las leyes del rey. Por lo tanto, no conviene a los intereses del rey que este pueblo siga con vida. Si al rey le agrada, que emita un decreto para destruirlos y yo donaré diez mil bolsas grandes de plata a los administradores del imperio para que lo depositen en las tesorerías del reino… Tan macabra orden solo podía provenir de Amán, hijo de Hamedata; la Biblia lo pondera como “enemigo de los judíos”. El mismo Amán a quien el rey Jerjes lo había colocado por lo más alto de todos los nobles de Susa, capital del reino. Su apatía con el pueblo de Dios fue originada por Mardoqueo, uno de los muchos israelitas que tuvieron el infortunio de sufrir el exilio a Babilonia. Por decreto del rey Jerjes todos debían de inclinarse ante Amán, y de esa manera lo hicieron todos; menos Mardoqueo, quien día a día a pesar de