Dios el Soberano Alfarero
El sol de aquella hora era abrazador. A lo lejos la torre de David era la estructura mas sobresaliente de aquella ciudad que parecía un espejismo en pleno desierto. Los ruidos caracterìsticos de Jerusalén comenzaron a menguar aquella quietud que reinaba. La caminata había sido bastante agotadora y muy desmotivante, pues a pesar de que el individuo era un profeta del Señor la orden, aunque muy clara; era carente de sentido: Baja al taller del alfarero, y allí te hablaré... La ciudad estaba abarrotada aquella tarde; se acercaba la festividad de la pascua. Una fiesta que con el correr de los años paso a ser de una celebración a una rutina. Israel, el pueblo elegido de Dios, aquel Olivo de Abraham había olvidado el propósito por el cual fueron llamados. La dureza del corazón del pueblo era la causa principal de los problemas del profeta Jeremías quien a lo largo de cincuenta y tres años sufrió por estar en contra de las diversas prácticas idólatras en Jerusalén. El mercado era el camin