Un cambio de Mentalidad

Porque todas las promesas de Dios en Él son el Sí; y, por tanto, también por medio Él el amén a Dios, para gloria suya por medio de nosotros.
  Y el que nos confirma con vosotros en Cristo y el que nos ungió, es Dios;
 Quien también nos selló y nos dio como garantía al Espíritu en nuestros corazones.

2 Corintios 1.20-22

La Palabra de Dios en su plenitud posee alrededor de 3.000 promesas por una razón: Dios en su infinito amor no ha desamparado a sus hijos y ha dejado estos “tesoros escondidos” en su palabra. Es tarea nuestra buscarlos diligentemente  encontrarlos y regocijarnos por ello.
Pero muchas veces me he preguntado ¿si llevo once años como cristiano, conociendo de Dios? ¿Por qué esas promesas no se aplican a mi vida? ¿Por qué vivimos derrotas, cuando la carta de los romanos nos dice que nosotros somos MAS QUE VENCEDORES? ¿Por qué vivo pidiéndole a Dios sanidad espiritual cuando su voluntad es que yo tenga salud? La simple respuesta acerca de todas esas preguntas las encontré en las predicaciones de la iglesia. La razón por la que vivo una “bipolaridad espiritual” es que durante todo este tiempo he estado sentado en el trono de mi vida, y nada más he conocido a un Jesús Salvador, pero no a un Jesús Rey. Un rey gobierna desde su trono, y si no le cedo el lugar que Jesús debe de poseer mi vida estará llena de fracasos continuos.

Todo comienza con mi mente, Romanos 12.2 dice: "No vivan según el modelo de este mundo. Mejor dejen que Dios cambie su vida con una nueva manera de pensar. Así podrán saber lo que Dios quiere para ustedes y también lo que es bueno, perfecto y agradable a él."
Ademas la Biblia declara que nosotros tenemos la mente de Cristo 1 Co 2.16. Para que Dios comience a cambiar mi vida debe renovar mi mente primero, pues para ser “Mas que vencedor” debo asumir esa posición en mi manera de pensar. He alli el problema, pues a lo largo de 30 años he vivido con pensamientos arraigados a mi mente. El miedo al rechazo o que al final a mi me toca pelear las batallas solo sin nadie a mi lado (humanamente hablando), además del pensamiento de sentirme inferior a los demás e inútil, eso sin tocar el tema que más me afecta a lo largo de años: la necesidad de estar con alguien sentimentalmente.
Públicamente renuncio a todo lo que ata mi mente, o dicho en otras palabras me quito del trono de mi vida y le cedo el lugar a Cristo Jesús quien ordena, separa y expande. Para ello debo vivir una integridad de corazón para con Dios y los demás, sabiendo que las promesas de Dios para mi vida son el “SI” y el “AMEN” en Cristo Jesús.

Comentarios

  1. Efectivamente, la sanidad empieza por la mente y la santidad también.
    DTB hermano

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