Cuestión de Honor

La vida beduina no era nada fácil en aquellos días, si es que se puede considerar a una clase nómada como vida fácil; la realidad del caso es que a la familia no le iba mal, no tenían porque quejarse pues disfrutaban valiosas posesiones entre las cuales muchas cabezas de ganado. Aunque los tiempos eran cada vez más duros, Dios había bendecido mucho a la familia de Jacob. Se manifestaba la mano de Dios en todas las cosas que este y su familia hacía. Sus hijos habían heredado el oficio del padre de pastorear ovejas lo que les resultaba beneficioso a todos, pues en los tiempos antiguos quien más cabezas de ganado tenía más enriquecido era.
A pesar de dicha prosperidad en tiempos difíciles había una persona que no disfrutaba al máximo la ardua vida de un beduino. Sus obligaciones eran distintas comparadas con la de los otros, y por si esto no fuese poco aunque su trabajo fuese distinto había momentos en los cuales debía hacer también lo que los otros hacían. Su faena comenzaba antes que el sol saliese, y terminaba cuando se ocultaba en el horizonte de un desierto, pintoresco para muchos pero una tortura para esta persona.
Escribo sobre la difícil vida de una mujer en un mundo de hombres, de alguien a quien prácticamente pasa como invisible en la historia pese a ser hija de un patriarca tan importante como Jacob y de la cual desconozco la razón casi no se ha mencionado en iglesias, ni en predicaciones aun sabiendo la importante lección que su vida deja a nuestras vidas.
Dina tuvo que criarse entre diez hermanos varones (José y Benjamín aún no nacían) y desde un inicio el hecho de ser mujer le hacía difícil la existencia, pues no pasaba de ser monótona y esclavizante la vida en tiendas.
Conforme fue creciendo tuvo que dejar la tienda de su madre Lea, para hacer la suya propia no lejos de las demás. Las tiendas antiguas son totalmente distintas a las modernas. Según el libro de Costumbres Bíblicas las tiendas estaban hechas de cilicio o pelo de cabra, lo que resultaba favorable al ambiente donde vivían; pues con el calor del día la unión del pelaje era porosa dejando pasar la brisa y manteniendo fresco el interior, y el frío del desierto compactaba el cilicio impidiendo el paso de humedad en la época de lluvias o del aire frío por la noche.
Su día comenzaba muy temprano por la mañana moliendo el grano de una manera rústica, no estaba sola, le acompañaban su madre Lea, Raquel quien era la segunda esposa de Jacob y muchas criadas, las cuales también trasquilaban las ovejas para confeccionar los vestidos del clan. Era trabajo de las mujeres el cuidar de las cabras mientras los hombres cuidaban de los camellos. Dina fue enseñada desde niña a buscar el agua al pozo, llevando la tinaja para sacar agua en el hombro o en la cabeza con sumo cuidado de no desperdiciar el vital liquido muy valioso en el desierto.
En época de sumo calor era necesario para todos dormir la siesta entre las doce del mediodía y las tres de la tarde, para evitar la insolación. Para Dina estos ratos de soledad le llevaron a meditar sobre su vida y compararla con las mujeres de su edad de los otros lugares aledaños. Las jóvenes, a pesar de tener las mismas obligaciones que ella se hacían compañía las unas a las otras, ocasionalmente reían y comentaban sobre su día (que conste, no he mencionado chismes eh). Dina solo tenía a su madre Lea y sus criadas. Nunca pudo compartir sus secretos con sus hermanos, pues debido a que eran varones no alcanzarían a comprenderla en su totalidad, su padre, aunque amoroso y dedicado a su familia tenía un semblante severo y frío debido a que era el patriarca de la familia. Fue esa soledad la que llevo a Dina a envidiar a las demás jóvenes y tomar la decisión de salir de la seguridad de las tiendas para aventurarse sola por tierras heveas.
Al principio todo le pareció nuevo y disfrutaba del calor de la gente del lugar quien era muy amable y cordial con ella, no olvidemos que en los tiempos antiguos la hospitalidad era vital en las costumbres. Hubiese sido un día maravilloso de no ser por un lamentable imprevisto. Siquén era hijo del jefe de los heveos. Su padre Jamor era una persona muy influyente entre su pueblo quien a base de mucho esfuerzo y trabajo sacó adelante a los suyos, lastimosamente a Siquén le faltaba esa sabiduría para desempeñarse en la vida, y abusaba del poder de su padre para satisfacer sus deseos los cuales muchos de ellos quedaron en impunidad. Cuando vio a Dina pasearse por el pueblo y aprovechando su calidad de extranjera la agarró a la fuerza y la violó, pero aunque Siquén había hecho esa canallada muchas veces en el pasado, esta vez fue diferente. Dina era hija de Lea, a la que la Biblia hace referencia que era hermosa de ojos (Génesis 29.16)


su hermosura era notable adornada con su juventud y Siquén quedo profundamente enamorado de ella, tratando de ganarse su cariño. ¿Ganarse el cariño de una mujer después de violarla? Pues hasta yo quede sorprendido de ello, pero la Biblia así lo sostiene.
Se tenía por costumbre en esos tiempos que eran los padres del novio quienes pedían la mano de la futura esposa de su hijo, (mamá si lee esto tome nota)  así que Siquén habló con su padre Jamor para que fuera este quien hablara con Jacob el padre de Dina. Lastimosamente la ausencia de Dina, pues estaba cautiva en casa de Siquén había dado por resultado que Jacob se enterara ya de lo que este joven había hecho con su única hija y estaba furioso, y más que una casualidad fueron momentos de tensión los que se vivieron pues los diez hijos de Jacob casualmente llegaban del campo cuando Jamor era confrontado por el patriarca, y para colmo de males Siquén estaba con su padre en esos momentos,  lo que los llenó de ira a ellos también pues el impulso idiota de un joven había dado como resultado el insulto y la deshonra a la familia de Jacob.
Si en algo se caracterizaba Jamor era en usar la palabra como su instrumento más valioso. Sabía que debía aplacar la ira de once personas que deseaban venganza así que trató de tener palabras conciliadoras ante ellos:

Mi hijo Siquén está muy enamorado de la hermana de ustedes, por favor permítanle casarse con ella. Aún más, los invitamos a que vivan entre nosotros y que las hijas de ustedes se casen con nuestros hijos, y nosotros daremos nuestras hijas a los jóvenes de ustedes. Podrán vivir en dondequiera en nuestra tierra, negociar en ella y enriquecerse.

La oferta era tentadora tanto para Jacob como para sus hijos. Estaban cansados de vivir como nómadas y era la oportunidad de comerciar en serio con las cabezas de ganado que tenían. Siquén sabía que la oferta era irresistible así que decidió dar el tiro de gracia para cerrar el trato

Sean bondadosos conmigo y dénmela por esposa. Yo les daré cualquier cosa que pidan, no importa que la dote que pidan sea muy alta, yo la pagaré. Pero ¡Denme a la muchacha por esposa!

Para los hijos de Jacob había llegado la oportunidad perfecta para vengarse. Siquén estaba prácticamente entregándose en bandeja de plata rindiéndose ante la voluntad de ellos.

A nosotros no nos está permitido entregarle nuestra hermana a un hombre que no está circuncidado. ¡eso sería una deshonra para nosotros! Ahora bien si ustedes aceptan que todo varón de entre ustedes se circuncide, entonces podremos darles nuestras hijas para que se casen con ellas. Además, nuestros hijos podrían casarse con las hijas de ustedes. Esa es la condición que les ponemos. Entonces nos quedaremos a vivir con ustedes y formaremos un solo pueblo. Si no es así nos iremos de aquí y nos llevaremos a nuestra hermana.

Jamor y Siquén aceptaron gustosamente la propuesta, y tan enamorado estaba Siquén de Dina que se circuncidó inmediatamente. Estaba convencido que convencería a los de su pueblo pues por su estatus como hijo del jefe gozaba del respeto de los demás. Ambos presentaron la propuesta ante el consejo y en poco tiempo todos los hombres de los heveos estaban circuncidándose con el objetivo de tener una relación comercial con la familia de Jacob.
Todos sabemos que la infamia que Siquén había cometido con Dina no se podía olvidar tan fácilmente y menos tratar de comprar a la familia para olvidar el agravio. Lo supieron los hijos de Jacob desde un inicio y al pedirles que los heveos se circuncidaran no fue por socializar sino por ejecutar una venganza, pues  ellos mejor que nadie sabían lo dolorosa que resulta una circuncisión. Aunque todos los hijos de Jacob y el mismo patriarca se sintieron ofendidos por el semejante atrevimiento de Siquén, fueron Simeón y Leví sus hermanos en sangre, hijos de Lea también quienes sintieron el fuego de ira y venganza en sus venas.
Después de tres días de circuncidados el pueblo sintió los dolores más agudos de la circuncisión. Aprovechando el dolor que ellos sentían Simeón y Levi tomaron sus espadas y fueron contra la ciudad desprevenida matando a todo varón de esta. A Jamor y a Siquén mataron sin misericordia a filo de espada y entrando en la tienda de Siquén tomaron a Dina y la rescataron.
Los otros ocho hijos de Jacob vinieron a los muertos y saquearon la ciudad. Tomaron todo de ella: vacas, asnos, camellos y ovejas tanto en el campo como en la ciudad. A las mujeres y los niños los llevaron cautivos y los convirtieron en esclavos.
Hubo alguien quien no supo de esa barbarie. El mismo patriarca Jacob ignoraba lo que sus hijos habían hecho y casi se fue de espaldas del asombro cuando vio llegar a sus hijos acompañados de una larga fila de lo que representaba el botín de los heveos. Resulta irónico que él mismo Jacob quien engañó a Isaac su padre y a Esaú su hermano gemelo ahora estaba siendo burlado por sus propios hijos.

Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de estas tierras el cananeo y el ferezeo y teniendo yo pocos hombres se juntarán contra mi y me atacarán y seran destruidas mi familia y yo

La vida y la experiencia habían enseñado a este anciano que toda acción tiene una reacción y que la sangre llama a más sangre. En efecto, una enemistad había comenzado entre el pueblo de Israel y las naciones de Canaán una disputa por las tierras y por eliminar las creencias paganas de los cananeos y todo se origino por la simple curiosidad de una joven que únicamente quiso “conocer lo que el mundo exterior traía para ella”

Hemos escuchado un sin fin de predicaciones que nos advierten que nada de lo que el mundo trae es bueno para nuestro espíritu, Santiago nos llama “almas adúlteras” cuando buscamos lo que el mundo trae para nosotros (Stg 4.4). Juan el apóstol nos recalca que quien ama el mundo y las cosas del mundo el amor de Dios no mora en él, y si Dios es el amor mismo, quiere decir que Dios no está con aquel que ama los deleites del mundo (1 Juan 2.15). Al escribir sobre Dina y reflexionar sobre su historia y la lección que deja a mi vida me hago una pregunta ¿es que acaso Dios no es suficiente en mi vida para buscar deleites fuera de el? Incluso no me dejaras mentir que se han traído métodos mundanos a las iglesias de Cristo con el fin de hacer “mas atractivo” un sermón y lograr que más gente llegue a la iglesia no siendo ya Cristo la verdadera atracción de un servicio sino el método del mundo. Nuevas clases de música salen a menudo, cada vez más vulgares e inmediatamente sale algún tipo sacando el mismo ritmo “para Dios” ¿es que tan poco creativos somos que no podemos crear un ritmo nuevo y fresco y no copiar lo que el mundo da? ¿no nos dio Dios inteligencia para ello? Un buen amigo publicaba en su muro de Facebook “A Dios no le interesa tanto nuestra felicidad como nuestra santidad” estoy  en total acuerdo con él. Somos llamados a ser diferentes en este mundo.

A Dios sea la Gloria

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