El Fugitivo

La orden fue seca e inminente. Tan fuerte que despertó a este hombre de su sueño en la madrugada, cuando las últimas estrellas iluminaban el cielo, antes de los trinos de las aves, antes que la ciudad se despertara.

-          No puede ser – dijo para sí – esto debe ser producto de mi imaginación

Quedó despierto en lo que restó de la madrugada y el alba le sorprendió con los ojos abiertos. Aún no podía dar crédito a la orden que le fue dada. – De todos los lugares que hay en el mundo ¿me tienes que mandar allí? ¿no podemos discutirlo? Digo, Moisés habló contigo en Horeb e hizo cambiar tu opinión ¿no puedo hacer lo mismo yo? ¿Hablar cara a cara y discutir el asunto? – Pero cada vez que este hombre oraba la respuesta era la misma: El silencio. Conocía a Dios, temía a este y se esforzaba por tener una sana comunión con su creador, pero así de simple no aceptaba la orden que le fue dada en la madrugada

Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive, pronuncia mi juicio contra ella, porque he visto que perversa es su gente…

Había una razón bastante lógica por la que Jonás no quería ir a la ciudad: Nínive, capital del imperio Asirio cuya gente se había ganado el odio de los pueblos desde Egipto hasta la región Mesopotámica debido a la crueldad de estos. Cuando los Asirios salían a batalla, decapitaban a todos sus enemigos, y desmembraban  brazos y piernas con el fin, según sus creencias que sus victimas no encontraran el descanso incluso después de la muerte.
Ni hablar de los sitios a las ciudades; en aquellos tiempos las ciudades eran amuralladas con el objetivo de proteger sus bienes de los invasores que buscaban apropiarse de tierras y saquear bienes; Cuando los asirios sitiaban la ciudad, se quedaban junto a las puertas con el fin que nadie saliera ni entrara a la ciudad y esperaban a que las provisiones de la ciudad sitiada se agotaran.(Lamentaciones 4.4) Tánto éxito tenia el sitio que en muchos casos los habitantes de esa ciudad llegaban a comer estiércol y recurrir al canibalismo (2 Reyes 6.24-30, Lamentaciones 2.20, 4.10). La tortura no terminaba allí. Cuando la ciudad se rendía, los ejércitos asirios entraban con espada en mano, tomaban a los niños pequeños y los estrellaban contra las esquinas de las paredes hasta reventarlos, y a las mujeres embarazadas les abrían el vientre para sacar a sus hijos y tirarlos contra las peñas. A los jóvenes, si escapaban al filo de espada los obligaban a trabajos forzados y a los viejos dejaban morir de hambre. Cuando la ciudad estaba sometida a totalidad, estos tomaban al rey y sus hijos y las personas fuertes e influyentes de la ciudad y delante del rey degollaban a sus hijos, y después sacaban  sus ojos con lanzas y lo encadenaban de manos y pies llevándole cautivo a este y otros desgraciados al exilio (Jeremias 52.9-11). Tanta crueldad tenían los asirios que uno de sus reyes Jerjes III tapizo las paredes de su palacio con pieles humanas de sus enemigos y todo esto fue un ataque psicológico para bajar la moral de sus enemigos.
A estos asirios y a esta Nínive capital del reino fue encomendado Jonás con un mensaje de arrepentimiento. Posiblemente el profeta había perdido amistades o familiares en las numerosas batallas contra estos, o estaba lleno de un orgullo patriótico sabiendo que sus enemigos debían perecer en manos de su Dios. Cuando amanecía se encontraba entre la espada y la pared, obedecer a Dios, o seguir sus razonamientos. Y llegó un momento donde sus dudas no pudieron más y se convirtieron en un vivo rencor contra Dios.
Ciñó sus lomos, y se dirigió al puerto de Jope con la intención de comprar un pasaje hacia Tarsis, en dirección contraria donde Dios le había mandado. Esperaba que un rayo lo fulminara o que fuego descendiera del cielo mientras caminaba pero no paso a más. Cuando compró su boleto constantemente veía su piel esperando esta se pusiese blanca por la lepra, pero tampoco pasó. Dios estaba dando tiempo a este para que se arrepintiese de la desobediencia que estaba cometiendo.
Subió al barco y desde proa miró la ciudad. Aunque le dolía desobedecer a Dios el fuego en su corazón y su resentimiento contra el pueblo asirio eran más fuertes. En su interior hubiese deseado que Dios los exterminara a ellos de una vez por todas y huyendo de la presencia de Dios creyó haberlo logrado. Como en todos los barcos de pasajeros había gentes de todos colores y nacionalidades, hablando idiomas distintos y con creencias diferentes.
La fresca brisa marítima hizo que el enojo del profeta se aplacara y comenzó a disfrutar del viaje. Jope apenas era una silueta color azul en el horizonte y debido que no había podido conciliar el sueño durante la mayor parte de la madrugada Jonás decidió bajar a cubierta y recobrar el sueño perdido. Aunque a lo lejos en el horizonte se avistaba una tormenta los marineros nunca imaginaron la proporción y la furia de esta.
Pasaron un par de horas y al profeta lo despertó el tumulto de las voces llenas de angustia. Por una abertura pudo ver como los marineros tiraban cuanto peso muerto había en el barco pues la tempestad era tan intensa y tan feroz que estaba hundiendo la embarcación. Otros, con recipiente en mano sacaban el agua que se metía a cubierta por todas partes. La angustia fue tan grande que muchos de esos hombres fuertes, marcados por las cicatrices que el mar deja y su piel curtida por el sol lloraban desconsolados clamando por su vida. Jonás desde que sintió el violento vaivén de la embarcación supo que todo este caos se debía a la desobediencia de este. Lo único que esperaba era su muerte así que volvió a dormirse tranquilo.
Aunque he leído en más de una versión de la Biblia el capítulo 1 de Jonás me sigue gustando lo que la versión Reina Valera 1960 dice:

Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes dormilón? Levántate y clama a tu Dios, quizá el tenga compasión de nosotros, y no pereceremos.

A esas alturas la esperanza de todos los marineros estaba por los suelos, cada uno clamaba a su dios, se sajaban y desesperaban por sobrevivir. Todos estaban convencidos de algo. Su vasta experiencia en el mar les dictaba que la tormenta que estaban pasando era por intervención divina y no natural, y que el Dios a quien habían provocado estaba airado contra quien lo desafió.


Era costumbre en aquellos días el echar suertes para tomar una decisión. Los marineros querían saber quien era el culpable de tan grave tormenta y como bien lo dice el proverbio 16.33 “La suerte se echa sobre el regazo, pero del Señor viene toda decisión” cuando los dados fueron lanzados la suerte fue sobre Jonás, quien dormía aún sobre cubierta.
A los hombres parecía salirles los ojos de las órbitas cuando violentamente levantaron a Jonás preguntándole:

¿Por qué nos ha venido esta espantosa tormenta? ¿Quién eres? ¿En que trabajas? ¿De que país eres? ¿Cuál es tu nacionalidad?

Si Jonás quiso pasar inadvertido en ese viaje como un pasajero más de la tripulación no lo había logrado. Dios lo había alcanzado hasta altamar ¿en que pensaba al huir por la mañana de la presencia de Dios? ¿es que no conocía que el Eterno es Señor de los cielos, la tierra y los mares? Aún así, dando un suspiro tuvo que responder, con voz temblorosa y agitada

Soy hebreo, y temo al Señor, el Dios de los cielos que hizo el mar y la tierra.

Cuando escucharon eso los marineros se aterraron, pues anteriormente cuando el viaje iniciaba, Jonás, en esas pláticas espontáneas les había contado que huía de su Dios.

¿Por qué lo hiciste?¿Que debemos hacer contigo para que esta tempestad termine?

La necedad del profeta era en extremo dura, tanto que prefería morir primero antes de predicarles a los asirios, sus enemigos. Cuando comienzas a desobedecer y salir de los caminos de Dios cada decisión que tú tomas viene a ser peor que la anterior. Sin darte cuenta estas caminando en un sendero de perdición aunque en tus razonamientos siempre es el sendero correcto. “hay caminos que al hombre le parecen derechos, pero su fin es camino de muerte”. Jonás prefirió morirse y ser lanzado al mar antes de doblegar su orgullo, creía que muriendo iba a escapar de la voluntad de Dios.
Es necio pensar que escaparemos a la voluntad de nuestro Dios, que podremos burlarnos de El o engañarle. Miqueas lo describe de esta manera:

¡Miren! ¡Viene el Señor! Sale de su trono en el cielo y pisotea las cumbres de la tierra. Las montañas se derriten debajo de sus pies y se derraman sobre los valles como cera en el fuego, y como agua que desciende de una colina. ¿Y porque sucede esto? Es a causa de la rebelión de Israel, si, los pecados de toda la nación.- Miqueas 1.3-5

Una sarcástica sonrisa se dibujó en el rostro de Jonás. – Échenme al mar y volverá a la calma. Yo sé que soy el único culpable de esta terrible tormenta.- Los marineros no querían ser culpables de la muerte de un hombre, y trataron de remar intentando llevar la embarcación hasta tierra, pero no pudieron más. Arrodillándose comenzaron a clamar al verdadero Dios:

Oh Señor, no nos dejes morir por el pecado de este hombre, y no nos hagas responsables de su muerte. Has enviado esta tormenta sobre él y solo tú sabes por que

Lo que sucedió posteriormente hizo que hasta el más endurecido de los escépticos creyera que esa tormenta fue por intervención divina. Una vez tomaron a Jonás y lo arrojaron al mar; ¡inmediatamente los cielos fueron abiertos y la tormenta se desvaneció! Los marineros quedaron tan asombrados que muchos de ellos creyeron con temor y temblor en el Dios de Jonás. Tomaron un sacrificio y muchos prometieron rendir su vida delante del Eterno y servirle.


Jonás no hizo lo justo por querer salvar su vida. Fue hundiéndose poco a poco, perdiendo de vista a la embarcación y los marineros y poco a poco todo comenzó a ponerse oscuro para él. En la oscuridad de las profundidades no pudo saber lo que realmente pasó, pero la Biblia nos lo revela:

Entre tanto el Señor había provisto que un gran pez se tragara a Jonás…

Sería absurdo revelar que clase de pez se tragó a Jonás, como antaño se ha discutido, recordemos que no es lo que el pez hizo, sino lo que Dios hizo para preservar la vida del profeta, que aún los cielos, la tierra y las profundidades del abismo marino con todassus criaturas le obedecen.
Si tu imaginación te lleva al cuento de Pinocho con Gepetto dentro de esa ballena, y el anciano sentado esperando lo rescataran estas errado. Estar dentro de ese pez significó algo muy incómodo para este hombre, comenzando con la claustrofobia y la oscuridad, la sensación que el poco aire que el pez tiene se esta terminando (lo que es milagroso, pues los peces no tienen aire dentro, toman el aire del agua a través de las branquias), súmale a esta angustia el que en tu piel comiencen a formarse llagas debido a las enzimas digestivas del estómago del pez, cubierto de vómito, hediondo e inmundo. ¿te parece poco? Aun hay mas…. Estas en lo profundo del océano en oscuridad total, donde nadie sabe de ti y los que te conocían te dan por muerto, ves el final próximo y será lento y doloroso, porque el aire poco a poco comienza a consumirse.
Cada vez que escribo me meto de lleno en la historia y en el entorno de los personajes, me gusta “ponerme en sus zapatos” y saber lo que sentían en ese momento en específico. Sin embargo hay algo que me deja sorprendido en esta historia: Estoy seguro que la oración de Jonás fue inmediatamente despertó en el vientre del pez, sin embargo estuvo tres días allí dentro. Al hablar con Dios comprendí algo: Cuando Dios emite un juicio lo ejecutará al tiempo que en su soberanía considere necesario, en pocas palabras, si estas bajo juicio no habrá vuelta atrás, aun te arrepientas en el proceso hasta que Dios sacie su ira sobre ti. Tu dirás a lo mejor “No creo que Dios obre de esa manera”, te invito a leer Ezequiel 24.13-14. El escritor de Hebreos también lo dice que “Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo” y Pedro el apóstol sostiene que andemos delante de Él con “temor y temblor”. Dios no es un juego, es vivo, amor puro, pero tambien muchas veces olvidamos que es Dios celoso y fuego consumidor y no tendrá por inocente al culpable.
La oración de Jonás es arrepentimiento:

En mi gran aflicción clamé al Señor, y el me respondió, desde la tierra de los muertos te llamé ¡y tú Señor me escuchaste!
Me arrojaste a las profundidades del mar y me hundí en el corazón del océano.
Las poderosas aguas me envolvieron; tus salvajes y tempestuosas olas me cubrieron.
Entonces dije:
“Oh Señor me has expulsado de tu presencia; aún así volveré hacia mirar a tu santo templo. Me hundí bajo las olas y las aguas se cerraron sobre mí; las algas se enredaban en mi cabeza. Me hundí hasta las raíces de las montañas, me quedé preso en la tierra, cuyas puertas se cierran para siempre”. Pero Tú, oh Señor mi Dios ¡me arrebataste de las garras de la muerte! Cuando la vida se me escapaba recordé al Señor, elevé mi oración sincera hacia ti en tu santo templo.
Los que rinden culto a dioses falsos le dan la espalda a todas las misericordias de Dios; pero yo te ofreceré sacrificios con cantos de alabanza, y cumpliré todas mis promesas, pues mi salvación viene solo del Señor

Hay oraciones que mueven las fibras más pequeñas en los cielos, y esta fue una. Jonás recordaría esta oración posteriormente y la plasmaría por escrito. Tres días de angustia, sin saber a ciencia cierta hacia donde se dirigía, soportando olores pútridos, cubierto de algas (la oración misma lo dice). A ciencia cierta Jonás no contó el tiempo dentro, lo supo después, comenzó a entender que cumplir las ordenanzas de Dios es vital. Sintió las contracciones en el estómago de ese pez, pues Dios ordenó a este pez vomitar al profeta y en un abrir y cerrar de ojos la cámara de aire que tenía se lleno de agua y fue violentamente expulsado fuera. Sintió el frío del agua, y rápidamente nadó hacia la superficie.
Dando una fuerte bocanada de aire fresco espero flotando hasta que sus pupilas comenzaron a acostumbrarse a la luz del sol divisando tierra a lo lejos y se dispuso a nadar hacia la orilla. Todos sus huesos le dolían así como las recientes llagas producto de los jugos estomacales del pez y el contacto del agua salada. Apenas creyó tener fuerzas para nadar pero eso pareció no importarle, pues el volver a ver la luz del sol para este hombre era como nacer de nuevo.

 

Posiblemente el profeta Jonás no sea catalogado entre los héroes de la Biblia. Su lección es mas bien negativa, para que tomemos su ejemplo y NO HAGAMOS lo que el hizo. La verdad es muy fácil juzgar, no hemos tomado en cuenta que para bien o mal este hombre aunque vomitado por un pez si cumplió la voluntad de Dios. ¿y tu? ¿hace cuanto que Dios esta ordenando que hagas algo y no lo haces?
Quiero que tomes en cuenta algo: Dios, creador de los cielos y la tierra, los mares y la profundidad de ellos. Con su palabra los cielos fueron desplegados, Él ordena a las estrellas encenderse o apagarse según su voluntad y con majestuosidad las galaxias fueron puestas en su lugar. Es dueño del movimiento de rotación y traslación de la tierra, soberano de la fuerza de la gravedad. Es tan creativo que puede hacer la violenta fuerza de un tornado y la delicadeza de las alas de una mariposa, una gota de rocío o un copo de nieve. El ordena y la lluvia es, el habla y el mar tiene su límite hasta donde llegar, con su palabra la cabra montés pare, las langostas salen por cuadrillas y por su voz todo el universo se confabula en una perfecta armonía. Pero cuando le dice al hombre: VEN este aún tiene la osadía de decirle NO.
¿No crees que sea el tiempo de darle el lugar al Creador? ¿El lugar que este merece?

A Dios sea la Gloria

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