Un Cambio de Planes
Me es muy difícil comprender muchas veces la Soberanía de Dios. Cuando me pide cosas que son realmente difíciles para mi comienzo a tratar de “razonar” con él y en mi ignorancia convencerlo que cambie de opinión. Si… lo acepto, se que es una locura, pero también tú debes aceptar que muchas veces trataste de hacer lo mismo.
Hacía el año 627 antes de Jesucristo un joven trató de hacer lo mismo, su historia la has leído un sin fin de veces a lo mejor, pero debes reconocer que no deja de asombrar la manera como Dios trató con él.
Hijo de una familia sacerdotal soportaba la presión de un día tener que ejercer la profesión de su padre Hilcías, sirviendo en el sacerdocio de Anatot, ciudad de las tierras de Benjamín. El pertenecer a la familia sacerdotal había ablandado el corazón de este joven poniéndolo muy sensible y receptivo a la voz de Dios.
Fue a sus cortos veinte años que Dios manifestó su eterna voluntad para él. Corría el año décimo tercero del rey Josías, y aunque el país aparentemente vivía un despertar espiritual debido a las reformas que el rey, la hipocresía para muchos en la región de Judá era inevitable.
Buscaban a Dios por interés y no lo hacían de todo corazón. A Dios Eterno no puede engañársele, sabe las intenciones del corazón y conoce nuestros caminos. Era importante para Él advertir al pueblo sobre sus malos caminos y buscar su arrepentimiento y para esos propósitos Dios eligió a este joven.
Aunque Jeremías sabía que tarde o temprano debía ejercer el sacerdocio; jamás se imaginó el cambio de planes que Dios tenía para este. A su corta edad se sentía aún una persona desconocida para la sociedad, alguien sin importancia, un cero a la izquierda; pues en tiempos antiguos la sociedad consideraba a una persona adulta cuando cumplía los treinta años.
Cuando escuchó la voz de Dios y sobretodo enterarse que iba a ejercer una profesión distinta a la que toda su vida había creído; sintió irse de espaldas. Sin embargo el llamado había sido claro:
“Te conocía aún antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes que nacieses te aparté y te nombré mi profeta a las naciones”
El llamado de Dios ha inspirado mucha fortaleza e identidad para nosotros los cristianos, sin embargo ten en cuenta que ¡Dios se lo dijo a un joven de veinte años! ¿Quién tiene su vida resuelta a los veinte? Si a esa edad recién salimos de la adolescencia y para ser sinceros aún no sabemos que hacer de nuestra vida. Jeremías puso excusas, no por cuestionar la Soberanía de Dios, sino porque el Eterno lo estaba enviando a las naciones, eso implicaba que debía ponerse en pie ante las asambleas y en su joven mente sabía el ahora profeta que a su edad no sería escuchado:
- Oh Soberano Señor ¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven!
Si había una persona que realmente conocía a Jeremías en toda su plenitud ese era Dios. No lo había elegido por sus capacidades, ni por su edad, incluso Dios más que nadie sabía los errores de este joven, sin embargo le encomendaba ese mandato porque desde antes de la fundación del mundo el Creador pensó en él.
Los que de una u otra manera estamos sirviendo a Dios no olvidemos que nuestro servicio estaba establecido desde antes de la fundación del mundo, que las casualidades no existen para Dios y que su plan eterno siempre se llevará a cabo. Al mismo tiempo de ser un Dios Soberano, también lo es comprensivo, así que sus palabras, más que ser una orden tajante ante el joven sirvió como aliento a este:
- No digas “Soy demasiado joven” porque debes ir a cualquier lugar donde te mande y decir todo lo que te diga. Y no le tengas miedo a la gente, porque estaré contigo y te protegeré ¡Yo el Señor he hablado!
De aproximadamente quince profetas conocidos a lo largo de la historia, y otros muchos que pasaron como anónimos, Jeremías tuvo el privilegio de ser tocado por Dios (Jeremias 1.9). No fue el único la verdad, aunque Dios tocó también a Isaías (Is 6.7), a Daniel (Dn 10.10) y a Ezequiel (Ez 2.9 – 3.8) la razón para tocar la boca de Jeremías si fue distinta. Dios puso su mano en su boca con el fin de hacerle saber que sus palabras estarían sobre él y darle autoridad contra naciones:
¡Mira, he puesto mis palabras en tu boca! Hoy te nombro para que hagas frente a naciones y reinos. A algunos deberás desarraigar, derribar, destruir y derrocar y a otros deberás edificar y plantar.- Jeremías 1.9-10
Hablando con Tejón esta mañana (larga historia, no creo entiendas mis locuras) comprendí algo: “la obediencia tardía es tomada como una desobediencia” Jeremías había sido mandado a las naciones, predicando de una manera radical el mensaje de Dios, desarraigando, derribando, destruyendo y derrocando las tradiciones paganas que Israel tenía y edificando y plantando no algo nuevo, sino volviendo a las sendas antiguas, a los caminos rectos de Dios. El mandato a ir urgía
“Levántate y prepárate para entrar en acción, ve y diles todo lo que te ordené decir. No les tengas miedo o haré que parezcas un necio delante de ellos. Mira, hoy te he hecho fuerte, como ciudad fortificada que no se puede conquistar, como columna de hierro o pared de bronce. Te enfrentarás a toda la tierra, a los reyes, a los funcionarios, a los sacerdotes y el pueblo de Judá. Pelearán contra ti, pero fracasarán, porque yo estoy contigo y te protegeré. ¡Yo el Señor he hablado!” Jeremías 1.17-19
No me deja de asombrar que se lo pidió a un chico de veinte. A lo largo de cuarenta años Jeremías predicó un mensaje de arrepentimiento para el pueblo de Judá. Hay algo que me llamó poderosamente la atención en este hombre y es la sinceridad pura que tenía. Mientras los muchos profetas salían y predicaban un mensaje de paz, de prosperidad y de abundancia; falsos profetas en su entorno claro esta; Jeremías revelaba la verdad: una guerra se avecinaba y no habría paz en ninguna parte. Predicar la verdad no te hará un héroe sino un villano. Parte de la sinceridad que este tenía consistía en querer tirar la toalla muchas veces, soltarse a llorar a reclamarle a Dios o tener la osadía de cuestionar la justicia de este, cosa que los demás profetas en la Biblia nunca se atrevieron a escribir en sus profecías, ignoro la causa.
Cuando eres un siervo simplemente renuncias a tus derechos y tu felicidad, convencido que sobre todas las cosas la voluntad de Dios se cumple. Dios le prohibió incluso casarse al profeta, pues todo lo que veía a su alrededor iba a ser destruido pronto.
Es inevitable esteriotipar a las personas que decidieron entregar su vida al servicio de Dios, los tenemos por héroes, por valientes. Pero no dejemos de pensar que ellos fueron personas comunes y corrientes, llenas de errores, de temores, de sufrimientos y que sobre su felicidad pusieron la autoridad de Dios.
Su recompensa la tuvieron posteriormente, son personas que hicieron diferencia en este mundo y de los cuales el autor de la carta a los hebreos dijo que “El mundo no era digno de ellos” Juan el Bautista nos da la clave: “Es necesario que para que El crezca, yo mengue”
Dime algo lector: ¿hace cuanto tiempo no has querido menguar a tus deseos para que Jesús crezca en ti? ¿Hace cuanto no morimos a nosotros mismos para rendirnos a El? ¿Dios te ha pedido hacer algo este día? ¿Cuánto tiempo lo has dejado esperando? ¿Hasta cuando comprenderás que la soberanía es de Dios y no tuya?
A Dios sea la Gloria
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