A fuerza de práctica

Dios está moldeándome como barro en manos del alfarero. Se que es una frase que está muy trillada ya para aquellos que somos conocidos por Dios; pero hasta hace un par de meses lo he podido comprobar en mi vida, que dicha frase “barro en sus manos” es una realidad en mi ser. Debido a diversos sucesos que pasaron conmigo dieron como resultado que yo tuviese una mayor comunión con Dios. Creé hábitos en mi vida cuando, sin pena ni vergüenza lo expreso, era un completo desorganizado respecto a las cosas espirituales.
Uno de esos tantos hábitos que ahora tengo es levantarme más temprano por la mañana para buscar de Dios. No es un cuadro muy elegante a imaginar, el estar sentado aún con pijamas en el comedor, con la Biblia abierta, una cara de sueño, cabello enmarañado y una taza de café. Tampoco es algo que se diga que es cómodo, porque a diario tengo que batallar conmigo mismo y lograr vencer el agrado de mi cama y el confort de mi almohada. Pero debo reconocer que buscar a Dios antes del alba tiene muy buenos resultados.
Hace un par de días leí algo en la Biblia que definitivamente hizo que mi sueño se disipara. Mi lectura de ese día estaba en la carta a los hebreos, y para quienes la hemos leído sabemos que no es una carta muy fácil de digerir, así que prestaba toda mi atención respecto a los sacerdocios y como Cristo fue escogido por Dios para ser sumo sacerdote que quitara todos nuestros pecados.
A pesar del sueño y mis ojos de rana (hinchados y rojos), quise poner plena atención a la escritura, parecía un estudiante aplicado en los primeros lugares del aula, haciéndole preguntas a Dios para que absorbiera como una esponja lo que estaba enseñándome cuando de repente Dios me frenó en seco.
El autor de la carta bruscamente hizo una pausa en su escritura para cambiar el tema. Lo que escribió captó poderosamente mi atención. Dando otro sorbo al café caliente leí de nuevo el párrafo en hebreos y aún quedé asombrado. Quiero este día compartirlo contigo y espero que Dios ilumine tu espíritu con su Palabra para hacerte reflexionar como lo hizo conmigo:

“Nos gustaría decir mucho más sobre este tema (el sacerdocio de Cristo), pero es muy difícil de explicar, sobre todo porque ustedes son torpes espiritualmente y tal parece que no escuchan. Hace tanto que son creyentes que ya deberían estar enseñando a otros. En cambio, necesitan que alguien vuelva a enseñarles las cosas básicas de la palabra de Dios. Son como niños pequeños que necesitan leche y no pueden comer alimento sólido. Pues el que se alimenta de leche sigue siendo bebé y no sabe como hacer lo correcto. El alimento sólido es para los que son maduros, los que a fuerza de práctica están capacitados para distinguir entre lo bueno y lo malo.”
Hebreos 5.11-14

Si nunca había recibido una bofetada espiritual esa madrugada el golpe fue tan fuerte que sacudió todo mi ser. La primera palabra que llegó a mi corazón fue INMADUREZ. Escribiré en un modo general lo que personalmente Dios me hizo reflexionar. Es una verdadera lástima que viviendo en un país donde libremente se predica la palabra sin ninguna restricción, donde a cualquier hora del día tu tienes la libertad de crecer en Cristo y buscarle con corazón sincero no lo hagamos de esa manera.
A diario estamos perdiendo la oportunidad preciosa de conocer lo que Dios tiene preparado para nosotros y sencillamente menospreciamos ese tiempo, preocupándonos por cosas que al final de cuentas son vanas y sin sentido. No me refiero a que no sean importantes, pues son necesarias para tu vida (un trabajo, tu familia, etc) Pero ¿hacia donde está apuntando tu corazón realmente?


Según la Biblia nosotros somos nuevas criaturas en Cristo Jesús, y parte de su voluntad es que nosotros maduremos espiritualmente. Eso no depende del tiempo que llevas conociendo y siendo conocido por Dios. Depende de tu entrega, de tu corazón dispuesto y de cuanto tiempo inviertas en tu diario vivir intimando con Dios.
La vida es tan fugaz como la neblina en la mañana, vale la pena invertirla plenamente en cumplir la voluntad de Dios. Hasta que no hagamos de Cristo el centro de nuestras vidas no experimentaremos esa madurez a la que Dios se refiere en la carta a los hebreos, y seguiremos siendo los torpes espirituales que la Biblia menciona y en los cuales por ignorancia nos convertimos a diario.
¿Cómo reacciona una persona inmadura? Por su incapacidad de tomar una decisión. De este tipo abundan por todas partes y estoy seguro que te has topado más de una vez con ellos. Los ves en las iglesias, levantando sus manos y cuando los llegas a conocer un poco más te das cuenta que también consultan el horóscopo “por si las moscas”. Viven en las consejerías pastorales y parecen ahogarse en un vaso de agua con cualquier problema, se preocupan si la gasolina subió de precio ¡y ni siquiera tienen un auto! Buscan contar sus problemas esperando que alguien llegue y los consuele tiernamente cuando ha sido el Dios Soberano y Todopoderoso quien les impuso la carga. Es sencillo, son así porque se niegan a crecer, a subir otro peldaño en la fe y madurar espiritualmente. Como repito esto no depende del tiempo, sino de la entrega.
Otra característica de la inmadurez es la necedad de escuchar. Pensándolo bien no es que no escuchemos sino que nos negamos a poner en práctica lo que escuchamos. Santiago fue muy claro respecto al tema:

“No solo escuchen la palabra de Dios, tienen que ponerla en práctica. De lo contrario solamente se engañan a sí mismos. Pues si escuchas la palabra, pero no la obedeces sería como ver tu cara en un espejo: te ves a ti mismo, luego te alejas y olvidas como eres. Pero si miras atentamente en la ley perfecta que te hace libre y la pones en práctica y no olvidas lo que escuchaste, entonces Dios te bendecirá por tu obediencia”
Santiago 1.22-25

Es tu responsabilidad como creyente el cuidarte espiritualmente. Escribo esto porque hay iglesias que les importa más el montar un show, y donde en sus sermones en lugar de enseñar sobre la Biblia predican positivismo, humanismo o psicología. Hemos llegado al punto crítico que para mantener una congregación numerosa incluso cuentan chistes, usando los púlpitos como tarimas circenses.
No te sientas mal si te das por aludido en estos ejemplos. Todos hemos sido inmaduros y torpes espirituales y en más de una ocasión hemos tomado de menos lo que se predica. Tampoco nos demos aires de grandeza y de madurez. La misma carta a los hebreos nos dice que los maduros espirituales somos los que A FUERZA DE PRACTICA estamos capacitados para distinguir lo bueno de lo malo.
Esa frase llamó mi atención esa madrugada. La madurez se alcanza con la práctica y el obedecer es un proceso que debemos ejercitar a diario. En el camino es imposible que no vayamos a cometer errores, tropezar con piedras que dábamos por sentado que estaban superadas y lamentarnos por ello.
Jesús, como sumo sacerdote se hizo humano para comprender cada una de las debilidades que nos aquejan, pero que eso no sea un pretexto para conformarnos en nuestra debilidad. Debemos seguir luchando cada día “a fuerza de práctica” para alcanzar la obediencia y la madurez.
Aún nos falta mucho por recorrer en nuestra vida y es mi oración que al final de tus días puedas decir como el apóstol Pablo:
He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel.

La carta a los hebreos en el capítulo 6 nos revela algo muy interesante:

“Cuando la tierra se empapa de la lluvia que cae y produce una buena cosecha para el agricultor, recibe la bendición de Dios. En cambio el campo que produce espinos y cardos no sirve para nada. El agricultor no tardará en maldecirlo y quemarlo.”
Hebreos 6.7-8

Nosotros somos esa tierra. La lluvia es la palabra de Dios, y debemos dar “Frutos dignos de arrepentimiento” para recibir la bendición que sobrepasa todo entendimiento. No te conformes este día a vivir mediocremente, nosotros estamos destinados a cosas mejores, la Biblia lo dice así.

Bendiciones

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