El Complot

-          Solo hay una manera de solucionar este problema – Argumentó aquel anciano ante los congregados en el lugar – No tenemos otra opción que matarlo, solamente así podremos eliminar esa secta.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de los demás judíos reunidos. Desde lo más profundo de su ser odiaban a aquel que les “traicionó” para comprometerse con la secta de los nazarenos; lo cual se consideraba un acto de traición imperdonable, pero por otra parte serían ellos los responsables de la sangre de un hermano.
Pero ya no había revés. La luz de la aurora que entraba por la ventana alumbro sus rostros, lo cual lo interpretaron como si Dios estuviese de acuerdo con tal acto. Y fue en ese aposento, en lo privado, en la soledad que hicieron un juramento de no probar alimento ni bebida hasta que el corazón de Pablo dejase de latir.

* * *

No iba a ser difícil tarea la verdad. Era como si el destino hubiese entregado a Pablo en bandeja de plata. Hacía un par de días Pablo guardaba prisión a causa de un alboroto ocasionado en el Templo por su presencia misma. Unos judíos al enterarse que distorsionaba la ley de Moisés (lo cual era una calumnia) lo arrastraron fuera de este con el fin de apedrearle fuera (era una abominación asesinar en un lugar santo). El escándalo llego a ser de tales proporciones que alertó a los soldados romanos que custodiaban el lugar.
Claudio Lisias, comandante de la guardia romana corrió entre la multitud enfurecida que golpeaba sin piedad al apóstol. Llegando al lugar ordenó que lo sujetaran con dos cadenas y comenzó a interrogar a los presentes pero sin fruto alguno, pues unos gritaban una cosa y otros gritaban otra. Claudio no tuvo más opción que ordenar que llevaran a Pablo arrestado hacia la fortaleza, pero al llegar a las escaleras la turba se puso tan violenta que los soldados romanos tuvieron que levantar al anciano sobre sus hombros con el fin de preservar su vida.

* * *

El plan de aquellos judíos (unos cuarenta en total) sería pedirles a las autoridades romanas que llevara nuevamente a Pablo ante el Sanedrín con el fin de debatir sus asuntos, y mientras fuere escoltado ellos, distribuidos por todo el camino, emboscarían a la escolta y matarían a Pablo. Estaban tan convencidos que su plan daría resultado que decidieron hacer un juramento y no descansar hasta ver a Pablo muerto.
Dios, en su Soberanía permitió que un muchacho se enterase de tan cobarde acto. Era sobrino de Pablo, hijo de su hermana e inmediatamente fue a la fortaleza donde este guardaba prisión a contarle el asunto. El apóstol, al enterarse que su vida corría peligro mandó a llamar a los oficiales romanos e hizo que su sobrino les contase la historia:

-Unos judíos van a pedirle que usted lleve mañana a Pablo ante el Sanedrín fingiendo que quieren tener más información. ¡Pero no lo haga! Hay más de cuarenta hombres escondidos por todo el camino, listos para tenderle una emboscada. Ellos han jurado no comer ni beber nada hasta que lo hayan matado. Ya están listos, solo esperan su consentimiento.

Claudio Lisias debía actuar rápidamente. Su agilidad mental le permitió organizar todo perfectamente:

-          Preparen a doscientos soldados para que vayan a Cesarea esta noche a las nueve. Lleven también a doscientos lanceros y setenta hombres a caballo. Denle caballos a Pablo para el viaje y llévenlo a salvo al gobernador Félix.

Es increíble ver como Dios preservó la vida de Pablo ante el inminente peligro de muerte. Cuando el ejército llegó a Cesarea lo presentaron ante el gobernador Félix y le entregaron en sus manos una carta. El gobernador la leyó viendo con ojos de suspicacia al anciano encadenado:

De Claudio Lisias. A su excelencia, el gobernador Félix. ¡Saludos!

Unos judíos detuvieron a este hombre y estaban a punto de matarlo cuando legué con mis tropas. Luego me enteré de que él es ciudadano romano, entonces lo trasladé a un lugar seguro. Después lo llevé ante el Sanedrín para tratar de averiguar la razón de las acusaciones en su contra. Pronto descubrí que el cargo tenía que ver con su ley religiosa, nada que merezca prisión o muerte en lo absoluto. Pero cuando se me informó de un complot para matarlo, se lo envié a usted de inmediato. Les he dicho a sus acusadores que presenten los cargos ante usted.

-          ¿Eres ciudadano romano? ¿de que provincia?
-          De Cilicia su excelencia
-          Yo mismo oiré tu caso cuando lleguen los que te acusan – le dijo el gobernador.

Hasta este punto en la historia quizás te preguntes ¿Dónde estaba Dios cuando Pablo era humillado de esa manera? La noche de su arresto Jesús se le apareció a Pablo y le dijo: “Ten ánimo Pablo. Así como has sido mi testigo acá en Jerusalén también debes predicar la buena noticia en Roma”  El apóstol estaba conciente que Jesús estaba con él. No necesitó de una larga discusión, ni llantos berrinchosos preguntándose ¿Por qué me ocurre esto? Tu sabes que has alcanzado madurez cuando no importa cual sea la situación (incluso si tu vida corre peligro) tu confianza está en Cristo Jesús, pues en la noche más oscura, cuando pierdas toda esperanza de vida, Él nunca te ha dejado abandonado. Pablo sabía eso. Cinco días después ante Félix, Pablo manifestaba tener muy tranquila su conciencia.


Dios habló a mi vida con lo que sigue a continuación: Pablo, en el mundo cristiano era la persona más influyente de todas. De haberlo querido se hubiese movilizado por medio de cartas para salir en libertad. Digo esto porque Félix, el gobernador mandaba a llamarle muy seguido con la intención que el apóstol le sobornase (Hechos 24.26) ¿Cuánto hubiesemos resistido nosotros? Tenía la libertad en sus manos, pero hizo lo correcto. Cabe aclarar que no solo fue una vez que Félix se le insinuó de esa manera sino que lo hizo así por el transcurso de dos años hasta que fue sucedido por el gobernador Porcio Festo.
¿Cuántas veces para salir de un apuro hemos hecho cosas que desagradan a Dios? ¿Cuántas veces hemos sido concientes de cargar un pecado a nuestras espaldas y nos importa poco lo que Dios diga? ¿Cuántas veces sobornamos la autoridad que Dios puso con el propósito de no querer pagar el castigo por nuestro error? ¿En que nos diferenciamos de las demás personas entonces? ¿Si actuamos como ellos seguimos siendo luz, sal y nuestros frutos glorifican a Dios? Hay algo en lo que quiero hacer énfasis en esta lectura y es que Dios también esta mientras pecamos. Nuestra falta no puede ser pasada por alto, y aunque nadie es perfecto de no arrepentirnos estamos acumulando juicio para el día de su ira.
Es tiempo que al igual que Pablo demos señales que maduramos. Estamos tan cargados de errores que de no ser por la gracia y la misericordia del Padre hubiésemos sido exterminados. Ante el problema silencio y confianza y ante el mundo integridad.




P.D: Gracias por un año de lecturas, se les agradece desde el fondo del corazón.

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