Por la boca muere el pez....
En Siclag el calor era abrasador a pesar que la tarde estaba avanzada ya. Las milicias de David, aquel mediático líder del cual se hablaba mucho por sus hazañas volvían de una campaña en contra de los amalecitas y se encontraban el la ciudad brindando atención a los heridos y descansando de días, tal vez semanas de intensas luchas. El rey llevaba dos días en el lugar cuando el atalaya, desde la torre le dio noticias al entonces comandante y en un futuro rey de Israel que alguien se acercaba a la ciudad.
Su aspecto era deplorable. Su ropa desgarrada y su piel curtida por el inclemente sol de oriente lo hacían parecer más un indigente que una persona normal. Sin embargo no cabía duda alguna al ver sus rastros de sangre seca y su cansancio que era un guerrero. El hombre pidió una audiencia con David. Cuando estuvo delante de David inclinó su frente hasta tocar el polvo en señal de reverencia y el futuro rey le preguntó:
- ¿De donde vienes?
- Logré escaparme del campamento de Israel
Para esas fechas había sentimientos encontrados en la región. David, a pesar de ser un héroe en Israel por haber dado muerte a los enemigos del rey; era un proscrito a los ojos de Saúl debido a la inmensa popularidad de este. El monarca vivía atormentado con la paranoia que David su siervo le iba a derrocar como rey y la solución más inmediata era perseguirlo hasta darle muerte para asegurar su reinado. Dicha cacería se intensificaba cada vez más al punto que tanto cazador como presa estaban mentalmente desgastados. Sin embargo la noticia que este desgarrado hombre traía iba a marcar el fin de una era.
En su mano derecha empuñaba una espada y en la izquierda traía dos “trofeos de guerra” la prueba que sus testimonios serían verdaderos (o al menos así hacérselos creer a David)
- ¿Qué ha sucedido? – le preguntó David – dime como fue la batalla
- El pueblo huyó – respondió este hombre aun jadeando del cansancio – muchos murieron en la batalla. ¡El Rey Saúl y su hijo Jonatán también murieron!
La noticia fue devastadora para David. El no odiaba a Saúl, de hecho le perdono la vida en dos ocasiones cuando era este perseguido cual perro en el desierto. Aunque David no comprendía el porque le odiaba tanto Dios había permitido que este sufriera con un propósito: La inmensa mayoría de salmos que conocemos escritos por David fueron redactados en las frías cuevas del desierto donde este huía de Saúl.
David tenía conciencia que Dios había escogido a Saúl para que reinase en Israel y por ende respetaba esa línea de autoridad; unido a ello la amistad con Jonatán, hijo de Saúl era incomparable. Ambos, David y Jonatán eran inseparables en amistad, unidos como hermanos en sangre.
Por esas razones el miedo de Saúl era sin fundamento. No había hombre más fiel a la autoridad monárquica como David.
Cuando este hombre llegó a Siclag con tan terribles noticias David en un acto de negación a la realidad que vivía le preguntó:
- ¿Cómo sabes que han muerto?
- Porque yo estaba en el monte Guilboa, y vi que Saúl se apoyaba en su lanza y los enemigos lo tenían rodeado. Cuando él me vio me pidió que me acercara. “¿Quién eres?” me preguntó “Soy un amalecita” le respondí. Entonces me dijo en tono suplicante: “Ven y pon fin a mi angustia, pues estoy sufriendo terriblemente y no acabo de morir” Así que me acerqué y lo maté pues vi que no le quedaba ninguna esperanza de vida. Tomé luego su corona y uno de sus brazaletes para traérselos a usted, señor mío.
Si tu has leído esta historia antes en 2 Samuel capítulo 1 y has seguido un orden en la historia sabrás que la versión que el amalecita esta contando no tiene nada de verdad. Bueno para ser específico solo hay una verdad en ella; en efecto tanto Saúl como Jonatán habían muerto en batalla pero no fue en la forma que el lo narró. A fin de enterarnos cito literalmente la Palabra de Dios para que nos narre como Saúl y Jonatán murieron:
Mientras tanto los filisteos habían comenzado la batalla contra Israel, y los israelitas huyeron dejando muchos muertos sobre el monte Guilboa. Los filisteos cercaron a Saúl y dieron muerte a sus hijos Jonatán, Abinadab y Malquisúa. Luego los arqueros alcanzaron a Saúl y lo hirieron gravemente. El rogó a su escudero “mátame con tu espada antes que estos paganos filisteos me capturen y me torturen”.
Pero como su escudero tenía miedo también, no quiso hacerlo. Entonces Saúl tomó su propia espada y se arrojó contra la punta de su hoja de modo que lo atravesó. Cuando el escudero vio que estaba muerto, él también se arrojó sobre su espada y murió junto a él. Así es que Saúl, su escudero, sus tres hijos y muchos de sus soldados murieron el mismo día
El amalecita no aparece en el relato que Seraías el cronista redactó. (2 Samuel 8.17) Solo hay una respuesta a todo esto: el amalecita que llegó a Siclag le estaba mintiendo a David ¿pero con que objetivo? Quizá pensó que David se regocijaría al saber que su “enemigo” había muerto y al mentirle en la historia haciéndole entender que él lo mató (lo que era una clara mentira) David lo recompensaría por su valentía.
En efecto el amalecita tuvo su recompensa:
- ¿De donde eres?- le preguntó David al joven que había traído la noticia
- Soy hijo de un inmigrante amalecita – respondió
- ¿Por qué te atreviste a matar al ungido de Dios? – le preguntó David
Entonces llamó a uno de sus soldados y le ordenó:
- ¡Mátalo!
Y el soldado mató al amalecita, atravesándolo con su espada
- Tú mismo te declaraste culpable al confesar que diste muerte al ungido del Señor
La mentira de este hombre le costó la vida. En cierta manera este pasaje en 2 Samuel capítulo 1 me hizo reflexionar mucho.
Buscamos quedar bien ante las demás personas pero no nos importa lo que Dios establezca como precepto, aún sabiendo que la paga de todo pecado (incluyendo las mentiras) es la muerte. Dios nos exhorta sobre los peligros de la lengua, y no me refiero a las mentiras solamente sino a ser imprudentes al momento de hablar.
La lengua es como un fuego, un mundo de maldad. Es uno de nuestros órganos y contamina todo el cuerpo; y encendida por el infierno prende fuego a todo el curso de la vida. El ser humano puede dominar toda clase de fieras y las ha domado; aves, reptiles y bestias del mar. Pero nadie puede domar la lengua. Es un mal que no se puede frenar y que esta lleno de veneno mortal. Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y también con ella maldecimos a las personas que han sido creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendiciones y maldiciones (Santiago 3.7-10)
¿Les suena familiar? ¡Soy el primero que comete ese error que Santiago nos hace ver!. Muchas veces una frase, una palabra han traído destrucción a los demás y por ende a nosotros mismos también pues Dios es justo y por cada palabra ociosa que hablemos daremos cuenta.
Recuerdo el testimonio que una persona compartía conmigo acerca del poder de la lengua. Esta persona se crió en raíces muy humildes:
Mi niñez la pasé en la pobreza a tal punto que la escasez era el pan de cada día. Una vez al año mis papás nos compraban una mudada de ropa nueva a mi hermana y a mí pero no podíamos vestirnos con ella, porque era “para ocasiones especiales”. Cuando esa “ocasión especial” llegaba, tanto mi hermana como yo habíamos crecido ya; nos quedaba chica la ropa.
Recuerdo que cuando cumplí nueve años mi papá con mucho sacrificio me compró una piñata para celebrarlo. ¡Era la mujer más feliz del mundo! Con mucho cariño me esmeré por llenarla de dulces, frutas, y cual golosina se me viniera a la mente.
Llegó la hora de reventarla, llamamos a mis amigos, vecinos, conocidos, primos ¡todos vinieron! El celebrar un cumpleaños en aquellos tiempos no era cosa que se veía a menudo así que imaginarás la inmensa alegría de todos. No era una piñata bonita, ahora que lo recuerdo estaba mal formada y desteñida, pero para mí era la mejor del mundo.
Hubiese sido el día más feliz de mi vida si no es por mi tía que arruinó por completo ese momento. Ella, al vernos tan felices a todos con un tono de sarcasmo dijo:
- Mas vale que la disfruten, porque no crean que les vamos a comprar otra piñata en sus vidas…
Han pasado 51 años desde ese momento. No tienes idea cuanto destrozaron mi corazón esas palabras. Aunque ella ya murió no he podido perdonarla por completo…
Dios esta harto de ese tipo de personas. La Biblia lo manifiesta de esa manera en el libro de los proverbios.
“El Señor esta harto hasta el cansancio de ese tipo de gente: del altanero, el que ama la mentira, del que solo piensa en hacer el mal, del testigo falso y del que causa división entre hermanos” Proverbios 6.16-17
Si nuestro hablar fuera de poca importancia para Dios no lo advertiria nuevamente en proverbios 10.6, 10.14, 10.19, 11.9, 11.13, 13.3. Ojo no es que los conozca de memoria esos versículos… ¡simplemente están por doquier!
Jesús también nos advirtió sobre los peligros del hablar desmesuradamente:
Es suficiente con que digan “si” o “no” y nada más. Si dicen algo más seguro viene del maligno. Mateo5.37
Jesús llevó esa enseñanza a la práctica también. Siendo inocente fue juzgado como el peor de los criminales, se hizo culpable para declararnos inocentes por su sangre. Mientras era interrogado por Herodes y Pilato Jesús calló cumpliendo así lo que el profeta Isaías dijo tocante a él
Fue oprimido y afligido, pero no pronunció ninguna sola palabra de queja. Como si fuera un cordero lo llevaron al matadero, como muda oveja ante sus trasquiladores, permaneció callado ante quienes lo condenaban. Isaías 53.7
En tres años de su ministerio Jesús habló únicamente lo necesario, ni una palabra más, ni una menos. Vino a cumplir la voluntad del que lo envió (Juan 4.34) y dejó que Dios hablara por medio suyo (Juan 5.37).
Volviendo a la carta de Santiago el problema no es la lengua en sí, sino cuando permitimos que esta sea incendiada por el infierno que nuestros problemas comienzan. Es por esa razón que Pablo nos advierte que no dejemos que el pecado domine en nuestro cuerpo mortal de modo que le obedezcamos en los malos deseos. No entreguemos ninguna parte de nuestro cuerpo al pecado para que se convierta en instrumento del mal. Más bien, entréguense por completo a Dios, como quienes ya han muerto y han vuelto a vivir. Y preséntenle sus miembros como instrumentos para la justicia. (Romanos 6.12-13)
Tomando literalmente este texto ¿Has presentado tu lengua delante de Dios para ser declarada como instrumento de justicia? O ¿aun piensas que no es de importancia tal asunto?
Por esa razón la Biblia nos dice que Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis como debéis responder a cada uno (Colosenses 4.6)
Me gustaría este día hiciéramos un compromiso de cuidar lo que hablamos. No en balde Dios nos dio dos orejas y una boca, para oír el doble y hablar poco. Cito a Shakespeare para finalizar
“El hombre es dueño de lo que calla, y esclavo de lo que habla”
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