Las Quejas de Dios

No cabe duda que la oración es un hábito muy necesario por aprender para el cristiano de hoy. Es allí donde reconocemos delante de Dios nuestra incapacidad para controlar lo que nos rodea, y depositamos plenamente la confianza en Aquel quien tiene el control.
Aprendí hace unos meses que la única persona que no ora es Dios por su condición como Todopoderoso; si prestas atención a las escrituras notarás que Jesús oraba al Padre (Lucas 22.41) y el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos indecibles (Romanos 8.26) quiero aclarar dos cosas con esto: la primera es que el hecho que las dos personas de la trinidad oren no les resta poder y autoridad. Creo en un Dios en tres personas (lo escribo para aclararlo) y lo segundo es que cuando nosotros no oramos estamos usurpando el lugar de Dios, creyéndonos todopoderosos y desechando su soberanía.
Entonces si Jesús oraba nosotros no podemos hacer menos que ello. Por experiencia propia puedo dar fe que orar es una costumbre muy difícil de practicar, pero una vez fomentas ese hábito es maravilloso poder sentir la presencia de Dios (a Cristo mismo) en tu vida.
Orar más que palabras es una relación de dos. Cuando lo haces humildemente estás conectándote con Dios, y no pretendo este día hacer un manual de oración, porque de esos has leído hasta la saciedad, mi propósito es hacer conciencia que más que una lista de peticiones por cumplir, o desahogar tus penas es una conversación con Dios y por ende debes de tener muy presente lo que el está diciéndote a tu corazón también.
Es increíble como muchos de nosotros sentimos pesar e impaciencia al guardar silencio en nuestras oraciones esperando la respuesta de Dios y de ello soy el primero de muchos. Esta mañana en mi trabajo encontré una respuesta de Dios a mi oración, y fue este el motivo que me incentivó a escribir. Al igual que muchos mi plegaria era una verborrea de peticiones y me jactaba de intentar ser un hombre de oración; pero mi vida se vio reflejada en un texto bíblico que ha cambiado mi manera de pensar, es que sencillamente Dios me hizo ver que estoy haciendo algo mal.
Dicho texto pueda ser que te identifique también a ti, por lo tanto pido de tu parte humildad y ser receptivo a lo que Dios quiere de nosotros:
Ese día los israelitas dirán: “¡Vengan, volvamos al Señor! Él es quien nos ha desgarrado, y él será quien nos sane. En tan solo dos o tres días nos sanará por completo y entonces podremos vivir siempre bajo su protección. ¡No vacilemos en buscar al Señor! ¡No nos cansemos de ir en busca del Señor! Si lo hacemos, podemos estar seguros de que él vendrá a nuestro encuentro. Eso es tan seguro como el hecho de que el sol alumbra cada día. Esto será así, tan seguro como el hecho que la lluvia cae en el tiempo oportuno y riega la tierra…”
Oseas 6.1-3
No cabe duda que los versículos anteriores son bellísimos y reflejan la fidelidad de Dios a sus promesas, pero no hemos tomado en cuenta que es Israel quien está confesando esas palabras, no el Señor. De la misma manera nosotros saturamos nuestras oraciones de promesas bíblicas que son verdaderas, pero que no reflejan el verdadero sentir de Dios. Los versículos que transcribiré a continuación son exactamente la respuesta del Señor hacia ese pueblo que imploraba por misericordia:

El Señor dice: “Efraín y Judá, ¿Qué haré con ustedes? Pues su amor hacia mí es tan inconstante, se desvanece tan pronto como lo hacen las nubes de la mañana y como desaparece el rocío. Yo envié a mis profetas para advertirles del destino funesto que les espera; yo los he herido con la dureza de mis palabras que les he enviado; incluso amenazándoles de muerte. Sepan que de repente sin advertencia alguna, mi juicio realmente los matará como si fuera un rayo fulminante. Lo que más quiero de ustedes no son sus sacrificios rituales, sino que amen a Dios y a su prójimo; lo que más quiero de ustedes no son sus ofrendas, sino que me reconozcan y respeten como su Dios”
Oseas 6.4-6


Para vergüenza nuestra lo escribo que muchos de los que leemos estos escritos debemos de aceptar que no conocemos a Dios. Prueba de ello es que no le tememos ni le glorificamos en nuestro diario vivir. ¿Estas seguro amado que estas glorificando a Dios por medio de Cristo? Si leemos el libro de Oseas te darás cuenta que es la queja de un padre a sus hijos quienes le dieron la espalda y le olvidaron.
Perdóname si suelo parecer repetitivo en las cosas que escribo, pero es lo que Dios está tratando conmigo. Hay una hipocresía en nuestras vidas, hay una inconstancia en nuestra devoción, en nuestra oración y en nuestra lectura bíblica. Lamentablemente nos importa poco lo que Dios diga al respecto, dejando así que nuestras maldades se multipliquen al punto en que Dios llegue a aborrecernos por medio de ellas, si, lo sé; te estarás preguntando ¿Cómo un Dios de amor puede odiar? No son mis palabras las que hablarán, son las de Dios:
“Toda su maldad comenzó en Gilgal, allí yo comencé a odiarlos. Yo los expulsaré de mi tierra por causa de su idolatría. No los amaré más, pues todos sus jefes son rebeldes hacia mí” Oseas 9.15
Si evaluamos una a una las quejas de Dios en Oseas 6 nos daremos cuenta que hoy en día cometemos los mismos errores en nuestra vida espiritual:

La inconstancia:


Su amor hacia mí es tan inconstante, se desvanece tan pronto como lo hacen las nubes de la mañana y como desaparece el rocío.

El  Señor se quejaba en lo rápido que el amor que su pueblo reflejaba se esfumaba. Lo compara con las nubes o el rocío de la mañana. Nuestra vida carece de un compromiso serio ante las cosas de Dios, constantemente nos ubicamos en el primer lugar de nuestras preferencias, lo que nosotros queremos, nuestros sueños, nuestra felicidad; pero hemos pasado de largo que Jesús no busco su propia comodidad (Romanos 15.3) sino busco el bienestar de los demás. Las mismas personas que levantamos las manos hacia Dios el domingo somos las que tratamos injustamente a nuestro prójimo entre la semana, nos avergüenza incluso llevar una copia de la Palabra de Dios en nuestras manos y esto sucede porque desconocemos nuestra identidad en Cristo Jesús. Un cristiano identificado reconoce que por el hecho de ser un hijo del Rey debe obligatoriamente  comportarse como tal, siendo sal y luz del mundo y haciendo la diferencia ante los demás.
Una de las enseñanzas del sermón del monte que los predicadores han olvidado tomar lección hoy en día está en Mateo 5.16
¡Así dejen ustedes brillar su luz ante toda la gente! ¡Que las buenas obras que ustedes realicen brillen de tal manera que la gente adore al Padre celestial!
Recordemos que fue Jesús mismo quien hablo estas palabras, deben ser nuestras acciones las que nos identifiquen de tal manera que los inconversos reconozcan que somos hijos de Dios. Lamentablemente solo es durante el servicio que nos comportamos como es debido, fuera de este dejamos mucho por desear.
No olvides que el verdadero culto a Dios comienza cuando termina el servicio, cuando sales al mundo y demuestras lo aprendido ante las demás personas.

Dureza de corazón


Yo envié a mis profetas para advertirles del destino funesto que les espera; yo los he herido con la dureza de mis palabras que les he enviado; incluso amenazándoles de muerte.

Uno de los textos bíblicos que me ha hecho reflexionar mucho está en Marcos 6.52. Los apóstoles no comprendían a plenitud el porque Jesús hacía ciertos milagros y esto era debido a la dureza de su corazón. No se trata de que Dios sea oculto a nuestra vida, pues la naturaleza misma refleja las grandezas de Dios, si aún dudas de ello te invito a leer el salmo 104. Pero ¿Si Dios se refleja en nuestra vida porque nos cuesta reconocer su soberanía? Es porque tenemos el corazón endurecido. La queja de Dios ante Israel era que el Señor había mandado profetas para advertirles sobre el camino que debían seguir, incluso las palabras que Dios habló fueron muy duras al punto que hirió la sensibilidad del pueblo, pero estos se negaron en obedecer.
En más de una ocasión hemos escuchado un sermón que abofetea nuestra carne, a tal punto que nos duele pues parece como si el predicador nos conociese y adrede estuviera acusándonos, pero cuando termina el sermón nos molestamos y en lugar de arrepentirnos nuestra vida sigue igual o peor. 
Seguimos con nuestra manera de vivir y por nada del mundo nos queremos someter a la soberanía de Dios. Hablaba esta semana pasada con un hermano a quien amo mucho y me decía que el texto más triste en la Biblia está en proverbios 1
Repetidamente los he llamado y no quieren venir, les he tendido mi mano pero no me hacen caso. Porque menospreciaron mi consejo y rechazaron mi corrección, algún día van a estar en desgracia y yo me reiré. Me burlaré de ustedes cuando estén llenos de miedo, cuando el terror caiga sobre ustedes como una tormenta y los problemas y las angustias los arrastren como torbellinos. Entonces ellos me llamarán, pero no les responderé; me buscarán ansiosos, pero no me encontrarán.
Pues despreciaron la sabiduría y no quisieron honrar al Señor. Porque menospreciaron mi consejo y rechazaron mi corrección

Proverbios 1.24-29


Esta imagen de Dios dista mucho de lo que hemos aprendido, o lo que nos han querido enseñar a lo largo de los años, incluso muchos de nosotros negamos admitir que Dios sea de esa manera, pero ten en cuenta que es la Biblia quien nos refleja esa imagen, no mi persona y si escudriñamos las escrituras veremos esas quejas de Dios a lo largo de los sesenta y seis libros que la componen. Si incomoda esa imagen es por la sencilla razón que no le conocemos y por ende no le tememos. Creemos en un Dios rosa, fabricado por nuestra mente o por lo que la tradición o los pastores nos quieren enseñar, pero no tenemos sed de descubrir por nuestra cuenta a aquel que nos amo tanto que nos dio a Jesús para salvarnos.

Una falta de Motivación

Lo que más quiero de ustedes no son sus sacrificios rituales, sino que amen a Dios y a su prójimo; lo que más quiero de ustedes no son sus ofrendas, sino que me reconozcan y respeten como su Dios

No hay cosa más triste que perder el enfoque de nuestra identidad en Cristo. Satanás se especializa en distraer a los hijos de Dios para que nosotros dudemos del poder del Padre en nuestra vida. No son pocas las veces que he escuchado sobre “el primer amor” y constantemente a hermanos lamentándose que lo perdieron por A o B motivo. Pero si nos ponemos a meditar la Biblia nos dice que Dios es amor (1 Juan 4.8) por lo tanto el amor no se apaga, ni se muere, ni deja de ser. El amor es eterno, benigno y soberano. No puedes perder el primer amor, porque no puedes perder a Dios, ni apagarlo menos. Lo que ocurre con nosotros es que sencillamente la rutina hace perder el enfoque de a quien adoramos. La queja de Dios es que el pueblo de Israel hacía sacrificios rituales, pero habían perdido el enfoque de porque los realizaban.
Llevamos años sirviendo a Cristo, asistiendo a iglesias, escuchando sermones pero nuestra vida no cambia. La causa de ello es que al obedecer rituales creemos que estamos agradando a Dios cuando estamos muy lejos de ello.
Vivir por años en una cochera no va a convertirte a ti en un coche; al igual estar años en una iglesia no te hará un cristiano. La clave está en tu corazón. Jesús dijo: “Este pueblo de labios me honra, pero lejos de mí esta su corazón” (Marcos 7.6)
No te ofendas amado, pero nos hemos convertido en unos haraganes espirituales. Creemos lo que el pastor nos diga y no averiguamos por cuenta propia si la Biblia dice o no eso. En este blog en particular he colocado alrededor de diez referencias bíblicas ¿ya tomaste tu Biblia y comprobaste si lo que escribo es verdadero o no? Recuerda que en las muchas palabras no falta pecado, y con toda seguridad lo hay en mí.
Escribo ahora a quienes estamos activamente sirviendo en una iglesia. Puedes ser el primero en llegar, el más dinámico en servir y sacrificarlo todo por el ministerio; pero si en tu devoción no incluyes la OBEDIENCIA no sirve para nada. Recuerda el altercado que tuvieron Samuel y Saúl sobre los amalecitas y las palabras con las que el profeta Samuel confrontó al rey:

¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en que se obedezcan sus palabras? La obediencia es mucho mejor que los sacrificios. El prefiere que le obedezcas a que le ofrezcas la gordura de los carneros. Porque la rebelión es tan mala como el pecado de hechicería, y la soberbia tan mala como la idolatría. Y ahora, por cuanto has rechazado la palabra del Señor, el Señor te ha rechazado a ti

1 Samuel 15.22-23

Mi oración en este día es que Dios despierte un celo en ti por conocerle a él. No me refiero al conocimiento de salvación sino el conocerle para que crezcamos en Cristo Jesús. Hay un padre que da voces a gritos para que le glorifiquemos como es debido. Diariamente ha llamado tu atención y este es el día donde tu decidirás si rechazarle o adorarle en espíritu y verdad.

El hijo respeta a su padre, y el esclavo a su amo. Yo, el Señor Todopoderoso, sin embargo les pregunto a ustedes sacerdotes, que no le dan ninguna importancia a mi gran fama: “Si yo soy su padre, ¿Por qué no me respetan? Si soy su amo ¿Por qué no me tienen temor?”

Malaquías 1.6

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