La Verdadera Fe

El apóstol Pablo expone en la carta a los romanos la perversidad del hombre ante la justicia divina y la imposibilidad de este mismo de presentarse justo delante de Dios mediante sus propios méritos. Al mismo tiempo Dios por medio de esta carta revela la manera en que Él mismo nos justifica por medio del sacrificio de Jesús.

Pero ahora, tal como se prometió tiempo atrás en los escritos de Moisés y en los profetas, Dios nos ha mostrado como podemos ser justos ante él sin cumplir con las exigencias de la ley. Dios nos hace justos a sus ojos cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo. Y eso es verdad para todo el que cree, sea quien fuere

Romanos 3.21-22 NTV

Podemos ver en este escrito dos cosas esenciales:

  1. La justicia de Dios es contraria al legalismo
  2. La justicia de Dios se adquiere por medio de la fe

Conocemos de memoria el concepto acerca de la fe en hebreos 11.1 pero debemos de tomar muy en cuenta que no toda la fe es verdadera.

Pelea la buena batalla por la fe verdadera… (1 Tim 6.12ª  NTV)

Si hay una fe verdadera eso quiere decir que hay falsa fe. Nuevamente, con mucha humildad pido hagamos una evaluación interior para ver si no hemos errado nuestro camino. Aprendí sobre tres tipos de fe falsa que expongo a continuación:

  1. Fe Histórica: Esta es una fe basada en el conocimiento y en el intelecto. Hay personas que conocen la palabra, conocen su contexto sociopolítico e histórico, incluso entienden a perfección la obra salvadora de Jesús, pero sencillamente lo toman como una literatura más. Personalmente he llegado a conocer a eruditos en teología que no creen en Dios, y en lugar de causarnos sarcasmo debería darnos vergüenza. Recalco que algunos que poseen esta fe los vemos en televisión o escuchamos por la radio.

Rey Agripa ¿cree usted en los profetas? ¡A mi me consta que sí!
 -Un poco más y me convences a hacerme cristiano – le dijo Agripa.

Hechos 26:27-28 NVI

El rey Agripa conocía la ley, posiblemente fue instruido por el mismo Pablo cuando este fue fariseo, pero todo ese conocimiento no lo salvaba. De nada nos sirve conocer Palabra y no vivirla

  1. Fe Milagrosa: Esta fe es enfocada en el milagro. Jesús habló de este tipo de personas en Juan 4.48 “Si no veis señales y prodigios, no creeréis”  Constantemente este tipo de personas asisten a campañas de sanidad, de milagros, de restauración, campañas proféticas, etc. esperando ver “señales y prodigios”, enamorándose más del regalo que de aquel a quien nos dio el regalo. En ningún momento critico este tipo de campañas, pero si pongo mi pluma en alerta en aquellas personas que persiguen ciegamente este tipo de eventos, despreciando las promesas que Dios trae en la Biblia y poniendo la fe en un profeta por tener la idea que “Dios me habla por medio de este instrumento”.

  1. Fe Temporal: Este tipo de falsa fe está basada en las emociones. Alabamos a Dios cuando todas las cosas nos van bien en nuestra vida. Algunas personas piensan que no han atravesado desiertos porque “Dios los ama mucho a ellos” cuando la realidad de las cosas es que sencillamente no han sido escogidos por Dios para ser hijos.

Y aquel en quién se sembró la semilla en pedregales, este es el que oye la palabra y enseguida la recibe con gozo; pero no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que solo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida tropieza y cae.

Mateo 13.21-22 LBLA


Estos tipos de fe: Histórica, Milagrosa y Temporal no provienen de un corazón transformado y por lo tanto no reflejan en lo absoluto la vida de Cristo. Lo triste de todo ello es que muchos de nosotros podemos tener algún tipo de esta fe infértil o una mezcla de ellas queriendo Dios Padre en su inagotable amor revelarnos aquella fe verdadera que nos justifica delante de Dios.


Pero entonces ¿Cuál es la fe verdadera? Para comprender dicha fe tenemos que tener muy presente el concepto de regeneración, pues la verdadera fe es producto de un corazón regenerado.
El término REGENERACIÓN es definido como la obra por la cual Dios en forma secreta y soberana decide dar vida (a Cristo) a sus elegidos. Hablando de los hijos de Dios, Juan 1.13 dice:

…”que no nacieron de carne, ni de voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios”…

La decisión que seamos hijos de Dios no depende de los hombres sino únicamente de El. Dicho en otras palabras, no podemos elegir por cuenta nuestra llegar a ser hijos de Dios, eso le corresponde a Él decidir sobre quien tiene misericordia y a quien quiere endurecer, sería soberbio de nuestra parte decidir por Él cuando romanos 3.11 nos dice claramente que no hay ninguno de nosotros que busque a Dios y que a una nos hemos desviado y vuelto unos inútiles. Fue Dios quien puso a Jesús en nuestro lugar.

John Piper, teólogo y pastor de la Iglesia Bautista Bethleem en Minneapolis, Minnesota escribe al respecto:

Lo que es más asombroso acerca de esta sustitución de Cristo por los pecadores es que ésta fue idea de Dios. Cristo no interfirió en el plan de Dios de castigar a los pecadores. Dios planeó que Él estuviera allí. Un profeta del Antiguo Testamento dice:

 «Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento» (Isaías 53: 10). Esto explica la paradoja del Nuevo Testamento. Por una parte, el sufrimiento de Cristo es una efusión de la ira de Dios a causa del pecado. Pero por otro lado, el sufrimiento de Cristo es un acto hermoso de sumisión y obediencia a la voluntad del Padre. Por eso Cristo gritó desde la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? » (Mateo 27:46). Y sin embargo la Biblia dice que el sufrimiento de Cristo fue una fragancia para Dios: «Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante» (Efesios 5:2). *

Absolutamente todo lo hizo Dios por aquellos a quienes decidió mostrar su amor. Una fe verdadera primeramente proviene de un corazón regenerado como lo sostenía líneas atrás. Esta comienza en nuestro intelecto cuando aquellos en quienes Dios depositó la fe reconocen el testimonio de la Palabra (Toda la Biblia nos refleja a Cristo)

Los discípulos vieron a Jesús hacer muchas otras señales milagrosas además de las registradas en este libro: pero estas se escribieron para que ustedes sigan creyendo que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, al creer en Él, tengan vida por el poder de su nombre.

Juan 20.30-31 NTV

 ¿Cuánta palabra necesitamos conocer para tener esa verdadera fe? La suficiente para darnos cuenta el grado de pecaminosidad que tenemos y que únicamente por la obra de Cristo en la cruz podemos salvarnos. Si no nos damos cuenta de ello, siempre nos sentiremos como personas buenas.
Después del intelecto Dios pone un deseo en nuestro corazón, una desesperación por tener a Cristo y llegar a poner nuestra esperanza en la obra redentora del Cordero.

Como bebes recién nacidos deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo

1 Pedro 2.2 NTV

Al conocer la obra de Jesucristo y anhelarla con todo nuestro ser nada más nos queda la VOLUNTAD de rendir nuestra vida delante de Jesús. Tener una fe verdadera es más que hacer una oración para ser salvo, aún es mucho más que creer en Cristo. Pon atención a lo que Santiago dice al respecto:

Tu dices tener fe porque crees que hay un solo Dios. ¡Bien hecho! Aún los demonios lo creen y tiemblan aterrorizados.

Santiago 4.19




Nadie expuso mejor el plan de salvación que Pablo en Romanos. Sin embargo si notas en las cartas escritas por el apóstol nunca en sus salutaciones se autodenomina “Hijo de Dios” al contrario, siempre se etiqueta como un “siervo, sirviente o esclavo” y esto lo decía alguien quien tenía una ciudadanía romana, que es equivalente a ser ciudadano de la nación más poderosa del mundo. Un corazón regenerado y con una verdadera fe renuncia a su ser para agradar a aquel quien lo salvó.

Ningún soldado se enreda en los asuntos de la vida civil, porque de ser así, no podría agradar al oficial que lo reclutó. Asimismo, ningún atleta puede obtener el premio a menos que siga las reglas

2 Timoteo 2.4-5

La fe verdadera produce obras buenas, no para alcanzar la salvación sino como producto de esta. Una fe sin obras es muerta. Entonces nos resta evaluarnos cada uno de nosotros en nuestro interior ¿hemos sido regenerados por Dios? ¿Hemos dado el fruto que a Dios le agrada? ¿Nuestra fe es verdadera o hemos vivido una falsa fe?

Que Dios una vez más muestre misericordia y nos guíe por las sendas de justicia hacia las buenas obras que preparó para sus escogidos. Este fue el deseo de Pablo expresado en la Palabra

Cuando pienso en todo esto, caigo de rodillas y elevo una oración al Padre, el Creador de todo lo que existe en el cielo y en la tierra. Pido en oración que, de sus gloriosos e inagotables recursos, los fortalezca con poder en el ser interior por medio de su Espíritu. Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en Él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes. Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aún cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios.

Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder que actúa en nosotros. ¡Gloria a Él en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones desde hoy y para siempre! Amén


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