Un amor que permanece para siempre (I Parte)

Entre los años 85 y 95 de nuestra era cristiana, la iglesia sufría mucha persecución por personas que fueron consideradas como enemigos de la cruz. La mayoría de los que presenciaron la venida del Espíritu Santo aquella mañana de la fiesta de pentecostés había muerto ya y, aunque el pueblo de Dios, judíos y gentiles por igual se fortalecían cada día más en las enseñanzas de Cristo, habían no pocas personas que lograban infiltrarse dentro de las congregaciones para confundir, desmotivar y alejar a los escogidos de Dios. El problema de falsos cristianos infiltrados no era nada nuevo. Pablo murió en el 69 d.C. y en sus cartas ya advertía a los suyos a cuidarse de tales personas. Para los años 85 la situación se había agravado sobremanera, a tal punto que Juan, el amado, el más joven de los doce y el único sobreviviente que presenció la partida de Jesús se vio en la responsabilidad de escribir una carta, así como lo hizo Pablo años atrás, exhortando a no dejarse manipular de tales tipos de personas.

Os escribo a vosotros, hijos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os he escrito a vosotros, niños, porque conocéis al Padre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno.

1 Juan 2.12-14

El apóstol Juan hace referencia a tres tipos de personas que incluso en nuestros días podemos encontrar en las congregaciones: Padres, aquellas personas maduras en la fe que con el transcurrir del tiempo han llegado a comprender la voluntad de Dios para sus vidas y vivir para Cristo. Jóvenes, quienes conforman la parte activa de la iglesia entregando su cuerpo, vitalidad y servicio a la congregación y los Niños o Hijitos quienes son recién convertidos, nacidos de nuevo en la fe y están descubriendo el gran amor y la misericordia de Dios. Juan no quiso dejar a nadie fuera de la siguiente advertencia:

No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo el amor del Padre no está en él.

1 Juan 2.15

En pocas palabras, se advertía de un mal que no importa si tienes tiempo en el evangelio, si eres servidor o eres recién convertido a todos ataca por igual y es la inminente seducción del mundo y las cosas que este posee. Juan es radical al escribir que aquellas personas que aman al mundo el amor de Dios no está en ellos. Posiblemente pensarás que esa frase es demasiado dura, pero quiero que pienses en su autor. Estamos hablando del medio hermano de Jesús según la carne, aquel quien estuvo con él desde el inicio, quien el mismo Cristo lo llamaba "el amado", quien formó parte del circulo íntimo de Jesús junto a Pedro y Santiago; el mismo que se recostó en su regazo y escuchó su corazón y el único de los doce apóstoles quien estuvo con él mientras entregaba su vida en sacrificio por nosotros. De ese mismo Juan hablo, el mismo que escribe con autoridad "el que ama al mundo el amor del Padre no está en él".


¿Porque nosotros como cristianos no debemos amar al mundo? Primeramente y lo más importante es que dentro de nuestros corazones está el amor de Dios, aquel amor incomprensible pero palpable, y la naturaleza de este amor es sencillamente incompatible con el mundo. Decir que amamos a Dios y amamos los deleites de este mundo es como decir que agua y aceite son compatibles, o el hielo y el fuego se pueden juntar. Es imposible amar las dos cosas a la vez. 
No podemos amar este mundo porque todo este, sus acciones, sus valores, su pleitesía enteramente le pertenecen al maligno por muy inocente o bondadoso que parezca y poner por prioridad los deleites de este mundo antes del amor de Dios es tomado como traición

Sabemos que somos de Dios, y que todo el mundo yace bajo el poder del maligno

1 Juan 5.19

Debido a que son contrarios y que el mundo yace bajo el poder de Satanás la amistad con este es enemistad contra Dios. Quiero hacer un paréntesis hasta aca, porque hay denominaciones que prefieren aislarse para "no contaminarse". Dichas personas únicamente se juntan con creyentes, hacen negocios con hermanos en Cristo y cosas por el estilo. No debemos olvidar que estamos en este mundo para impactarlo con las buenas nuevas del evangelio. Si nosotros no salimos y predicamos la Palabra estamos de balde aca, no haciendo la voluntad que Cristo nos mandó en la gran comisión. Al referirse con "amar al mundo" Juan se refería a involucrarse de tal manera que olvidamos que Dios es nuestra prioridad. Lo explico mejor de esta manera ¿No es cierto que hay personas, incluso cristianas, quienes le dan más valor a un título universitario que a estudiar la Palabra? Con esto no me refiero a que no te superes, sino que no olvides que es Dios quien te da la sabiduría y la oportunidad de salir adelante para que le glorifiques con ello. ¿No es cierto que hay personas que están más pendientes de un partido de Europa Champions League que de lo que aprendimos en un sermón? Satanás usará los métodos más sutiles para que desvíes tu atención de lo realmente importante, lo hace por una razón: el mundo aborrece a Dios

Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia.

Juan 15:19

Personalmente me costó mucho entender esta lección. Yo fui de esas personas que aún siendo cristiano trataba de simpatizar con ellos, privándome de hablar de Cristo para "llevar las cosas en paz". Habían ocasiones en las cuales ellos, con aire burlesco me recordaban que era cristiano y que estaba supuesto a comportarme de mejor manera. Quiero que comprendas que puedes haber crecido mucho en la fe, pero la seducción a este mundo es algo que no menguará. Por esa razón Juan exhortaba a la congregación

No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.

1 Juan 2:15-16

Juan hace referencia a tres tipos de seducciones que comúnmente el mundo da:

La Pasión de la carne es aquella que siempre va a seducirte a volver atrás, haciéndote creer que antes era más divertido pues vivías para tus placeres y no para Dios, tiempos en los cuales "eras alguien" para tus amigos o para la sociedad. Pedro nos aconseja respecto a ello

En el pasado, han tenido más que suficiente de las cosas perversas que les gustan hacer a los que no tienen a Dios; inmoralidad y pasiones sexuales, parrandas, borracheras, fiestas desenfrenadas y abominable adoración a ídolos.

1 Pedro 4:3

La pasión de los ojos aquella que te cautiva a mirar atractiva tu vida pasada. El placer de un vicio sin tomar en cuenta que eras esclavo de tus deleites

Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros.

Tito 3:3

La soberbia de la vida A lo mejor sin saberlo has caído en ella ya. Dejamos de depender de Dios, y creemos más en nuestros logros o nuestras acciones. ¿Eres una persona de oración? Si tu respuesta es no, quiero que pienses que Jesús oraba al Padre, que el Espíritu Santo ora al Padre por nosotros y la única persona que no ora es Dios Padre, porque no puede orarse a sí mismo. Cuando dejamos de orar estamos tomando el lugar de Dios, abofeteándole y diciendo que nosotros somos Dios.

Para que ninguno de vosotros se vuelva arrogante en favor del uno contra el otro. Porque ¿quién te distingue? ¿qué tienes que no recibiste? y si lo recibiste ¿Porque te jactas como si no lo hubieras recibido?

1 Corintios 4:6b-7

Por muy atractivo que sea ¿Porqué amar algo que es pasajero? Enamorarse de las cosas de este mundo es como aferrarse a un barco que se está hundiendo y con el transcurrir del tiempo no quedará nada de este. ¿Porque aferrarse a la juventud si esta es vana y pasajera? Juan fue joven y sin lugar a dudas al escribir las cartas sabía que todo es vanidad, todo se acaba menos una cosa

Y el mundo pasa, y también sus pasiones; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre...


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