Un amor que permanece para siempre (II Parte)

El amor al mundo es algo que no debemos tomar a la ligera. Ha sido la estrategia de Satanás para alejar a aquellos que somos escogidos de Dios, de tal manera que Juan exhortaba a los suyos a no dejarse llevar por sus placeres. El apóstol fue tajante al escribir que aquel que ama al mundo el amor del Padre no está en él. En la primera entrega aprendimos que el mundo pasa y sus deleites, pero aquellos que hacen la voluntad de Dios permanecen para siempre. El objetivo de la primera carta de Juan era para advertir a los cristianos verdaderos que puedan identificar a aquellas personas que eran falsas; únicamente probando si el verdadero   amor de Dios estaba en sus corazones. 
¿Cómo actúa un verdadero hijo de Dios? En toda la biblia solamente hay una persona que tuvo la osadía de escribir que podían imitarle a él, pues este imitaba a Cristo y fue el apóstol Pablo. Hemos conocido su vida gracias a Lucas quien escribió el libro de los Hechos de los Apóstoles y a sus mismas cartas y sin lugar a dudas hoy en día podemos afirmar que el amor del Padre verdaderamente estaba en él. Hacia el final de sus días Pablo escribió

 Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. 

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 
 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

2 Timoteo 4:6-8


Muchos estudiosos de la biblia creen firmemente que el tiempo en que se escribió esta carta coincidía también con los juegos olímpicos de la época, de tal manera que al comparar la vida cristiana con los juegos de la época los gentiles podían comprenderlo a plenitud. 

Al referirse el apóstol con He peleado la buena batalla sin lugar a dudas hace alusión a aquellas lides donde gladiadores se enfrentaban por horas, incluso días con fuerza, coraje y determinación. Un gladiador ser diestro en la espada, ágil de piernas y moverte como un puma en la batalla, pero el verdadero vencedor era aquel que quedaba vivo al final del día. Pablo, después de años en el ministerio peleando como gladiador, había resultado victorioso contra el enemigo porque hasta el día que fue escrita la carta permaneció fiel.

Me es necesario contarte un poco de la vida de Filípedes para ilustrar la siguiente frase. Cuenta la leyenda que en el año 490 a.C durante las guerras médicas en Grecia; Filípedes era un soldado ateniense que fue designado para avisar a los ciudadanos de Atenas que pese a todo pronóstico habían vencido a los persas en la batalla de Maratón. El soldado tuvo que recorrer a toda prisa los 40 kilometros para llegar a Atenas y una vez gritó a los atenienses ¡Hemos vencido! pereció presa del agotamiento. 



Pablo, al escribir he acabado la carrera trajo a memoria toda su vida ministerial. Desde el momento en que Jesús lo llamó cuando fue derribado camino a Damasco, hasta el día de su ejecución en manos de Nerón había visto personas dejar la carrera a la mitad, abandonando su ministerio mientras el seguía mirando a la meta.

De la misma manera que un atleta o un gladiador pone mente, alma y espíritu en las competencias; Pablo lo hizo con el llamamiento. Enteramente dedico su vida al punto de sufrir persecuciones, desprecios, arrestos todo por el amor del Padre. He guardado la fe habla de mantenerse firme ante las distintas corrientes de pensamientos y religiones. Pablo dejó atrás su pasado como fariseo, no le importó haber sido criado bajo las enseñanzas de Gamaliel ni haberse formado una imagen entre los suyos. El apóstol consideró todas esas cosas como estiércol por guardar aquella fe que provenía de lo alto. 
Sus oraciones a la iglesia de Cristo siempre fueron para que esas personas, en las cuales estamos incluidos tú y yo podamos conoces ese amor perfecto, eterno y sublime: el amor del Padre

Por esta causa, pues, doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo; de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra, que os conceda, conforme a las riquezas de su gloria, ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior; de manera que Cristo more por la fe en vuestros corazones; y que arraigados y cimentados en amor, seáis capaces de comprender con todos los santos, cual es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad; y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios.

Efesios 3.14-19

Este hombre sin lugar a dudas tenía el amor del Padre dentro de si. Pero ¿Cómo actuan aquellas personas que no lo tienen? Los hay incluso dentro de la misma iglesia y nos es necesario saber diferenciar un verdadero hijo de Dios de aquel que no lo es. Juan declaraba que tales personas salieron de nosotros pero que no eran de nosotros y Judas se refiere a ellos como nubes sin agua llevadas por los vientos, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos y desarraigados.
Uno de los ejemplos de personas que salieron de la iglesia pero sin el amor del Padre esta en 2 Timoteo 4.9 hablando de Demas, quien sirvió al lado de Pablo

Procura venir a verme pronto, pues Demas me ha abandonado, habiendo amado este mundo presente y se ha ido a Tesalónica...

¿Cómo es posible que alguien que haya formado parte de la iglesia primitiva simplemente se retire? Posiblemente Demas se cansó de sufrir persecuciones, de ser menospreciado o de negarse a sí mismo por Cristo Jesús. Sin el propósito de ser sabio puedo afirmar que sencillamente Demas nunca tuvo a Cristo en su corazón. Al igual que muchos en nuestros días el se dejó llevar por emociones nada más, actuó como creyente e incluso sirvió al lado de Pablo, pero muy dentro de su corazón siempre estuvo el anhelo por el mundo, muy dentro de sí nunca se entregó por completo a Dios. ¿Soy osado al declarar este tipo de cosas? Piensa lo que Juan escribió: "Si alguno ama este mundo el amor del Padre no está en él"
Todo se basa mediante los frutos que demos. ¿Qué clase de frutos estamos dando? ¿Estamos perseverando en la fe? No lo escribo referente a salvación pues no tenemos nada que ver en ello, somos salvos porque Cristo nos salvó no por méritos propios, pero si pongo énfasis a que aquellas personas que tenemos el amor del Padre vamos de triunfo en triunfo en Cristo Jesús, no siendo perfectos, pero si siendo perdonados.

Aquellos que tenemos el perfecto amor agradecemos a cada momento que es gracias al sacrificio de Cristo que hoy estamos en pie, que proclamamos la Palabra y la vivimos, siempre agradecidos con aquel quien nos salvó.

Mirad cual amor nos ha otorgado el Padre , para que seamos llamados hijos de Dios. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él

1 Juan 3.1

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