Juan 1:1-17

Comenzamos hoy a estudiar el capítulo 1 del evangelio según San Juan. Y como decíamos en nuestro escrito anterior, hemos dividido este capítulo en dos secciones principales. En primer lugar, el prólogo del evangelio, que se encuentra contenido en los versículos 1 al 18. Y en segundo lugar, la introducción al evangelio, en los versículos 19 al 51. El Tema central de este capítulo 1, del evangelio según San Juan, es el Logos, o sea, el Verbo o la Palabra. Leamos, pues, los primeros tres versículos de este capítulo 1, del evangelio según San Juan:

"En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho."

Jesús es llamado la Palabra, el Verbo, el Logos. Obviamente, el Señor Jesucristo no es el logos de la filosofía griega; es, más bien, el "memra" de las Escrituras hebreas. Y ya sabemos lo importante que es La Palabra en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, el nombre para Jehová nunca podía ser pronunciado por los israelitas. Era una palabra tan santa que nunca la usaban. (Este vocablo "Logos" no puede ser explicado por la filosofía griega, sino por el tetragrama hebreo "Jehová". ¡Él es el Jehová! ) ¡Él es el Verbo! ¡Él es la Palabra viviente! ¡Él es el que es!) El Verbo o Palabra, es uno de los nombres más elevados y más profundos que se le da al Señor Jesucristo. Jesús es el Verbo, y este nombre reúne todo lo que fue dicho acerca de Jehová en el Antiguo Testamento. Ahora, se presenta como el que "era en el principio". Este principio precede en el tiempo a las primeras palabras de la Biblia, en el libro del Génesis.

"En el principio era el Verbo...," dice el versículo 1. En realidad hay tres principios que se mencionan en las Escrituras. Un principio se encuentra en Génesis capítulo 1, versículo 1, y se remonta hasta la creación del universo físico. No se puede poner fecha a ese evento, y no estoy nada de acuerdo con alguien que trate de ponerle fecha. Permítame decirle estimado lector, que eso no lo sabemos de ninguna manera. Lo que yo creo es que la tierra ha existido por billones y billones de años. Ha estado aquí por mucho tiempo. Después de todo, tenemos un Dios de la eternidad. ¿Qué cree usted que Dios ha estado haciendo en el pasado? Bueno, opino que un gran drama ha tenido lugar en la eternidad pasada, y que ni usted ni yo sabemos nada en cuanto a eso. Creo que este universo ha existido por mucho tiempo. Y creo que es una presunción nuestra, pensar que Dios haya esperado la aparición del hombre para crear un universo.

Ahora, lo interesante es que el principio que se menciona aquí, ya queda en el tiempo pasado cuando se menciona. Cuando volvemos a la creación, Él ya era. Y, note usted que la palabra usada aquí, no es "es", sino "era". "En el principio era el Verbo. . ." En griego, esta palabra está en el pasado imperfecto del verbo, y denota una acción continua. Significa que el Verbo estaba en el principio. ¿Y en qué principio? Tan lejos en el pasado remoto como uno pueda llegar. La Biblia dice: "En el principio creo Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1). El texto vuelve al principio, a la creación, a dos o tres billones de años, o quizás mucho más antes. Él viene desde la eternidad para encontrarse con nosotros y Él ya es tiempo pasado. "En el principio era el Verbo..."; si volvemos atrás hace billones y trillones de años antes de la creación, Él todavía sale desde la eternidad anterior, pero Él no tuvo un comienzo. Él ya estaba allí cuando el principio tuvo lugar. Alguien podría decir: "Bueno, tuvo que haber un principio en algún momento". Lo cierto es que dondequiera que señalemos un principio, Él estaba allí para reunirse con nosotros. Por tanto, aquí, tenemos un principio, que en realidad no es un principio. Es un principio al cual no nos es posible ni siquiera comenzar a regresar, ni formarnos una idea de ello. "En el principio era el Verbo. . ." En el griego original son solamente cinco palabras, y no hay ni un solo hombre en toda la tierra que pueda ponerle fecha, ni comprender o sondear la profundidad de esta frase. Así es que, con esta primera declaración tremenda, comienza nuestro estudio, en la infinidad del tiempo y del espacio.

Ahora, la segunda declaración es ésta: ". . . y el Verbo era con Dios. . ." Esta expresión aclara que Jesús estaba separado y era distinto a Dios el Padre. No podemos identificarle como Dios el Padre, porque Él está con Dios. Pero, alguien dirá que si Él está con Dios, entonces, Él no es Dios.

Pero, la tercera declaración aclara esto también: "Y el Verbo era Dios". Esta es una declaración clara y enfática, la cual expresa que el Señor Jesucristo es Dios. El hecho es que el griego es aun más específico que esto, porque en el idioma griego, la palabra importante se coloca al principio de la oración. En el griego, pues, esta frase se lee así: "Dios era el Verbo". Y amigo lector, ¡eso es enfático! No se puede expresar un énfasis mayor que éste. ¿Cree usted que se pueda negar la deidad de Cristo? Estimado lector, esto no es posible. ¡Las primeras tres declaraciones en el evangelio según San Juan lo resumen todo! "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios."

Ahora, es verdad que hay algunas sectas que tratan de negar la deidad de Jesucristo, pero para tratar de afirmar tal cosa, han tenido que recurrir a una estratagema realmente engañosa, que consiste en publicar su propia y supuesta "traducción" de la Biblia, en la que presentan su propio punto de vista, en lugar de lo que dice el griego original en este pasaje.

Ahora, observemos también que Jesús es el Creador. Los versículos 2 y 3, dicen: "Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho." ¿No es cierto que ésta es una afirmación clara? Todas las cosas por Él fueron hechas. ¡Jesús es el Creador! Nada llegó a existir sin Él. Y dice el versículo 4:

"En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres."




Ahora, esto no significa simplemente que Él estaba vivo, aunque claro es que eso es verdad. ¡Había vida en Él! Pero, el hecho es que los hombres necesitan de vida. Vivimos en un universo en el que prevalece la oscuridad espiritual. Los seres humanos se encuentran en rebelión contra Dios, y el pecado les enceguece con respecto a Dios; están muertos en delitos y pecados, según lo que dice la Biblia en Efesios 2:1. Y permítanos citar ese pasaje. Dice allí el apóstol Pablo: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados." Lo que los hombres necesitan aun hoy en día, amigo lector, es la vida. "En él pues, estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres." Y la vida que Él da es lo único que puede encender la luz en el corazón del individuo.

Jesús es la luz. ". . . y la vida era la luz de los hombres." Ahora, Jesús es contrastado con Juan el Bautista. Leamos los versículos 6 y 7:

"Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él."

Juan el Bautista dio testimonio de la luz. Él no era la luz, simplemente dio testimonio de ella. Continuemos con los versículos 8 y 9:

"Él no era la luz, sino un testigo de la luz. La luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo."

Tenemos aquí una declaración tremenda. Porque la luz viene de la Palabra de Dios. Sin la Palabra de Dios, no hay luz. Cuando los hombres vienen a la Palabra de Dios, entonces, están expuestos a la luz. El apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 1, versículo 7, dice: "Pero si andamos en luz, como él está en luz ". Ahora, ¿Cuál luz? La luz de la Palabra de Dios. Ésta luz "alumbra a todo hombre que viene a este mundo". Eso es, alumbra a cualquier hombre que venga a la luz. Es simplemente como el sol que brilla sobre cada hombre que sale a recibir la luz del sol. Pero, hay quienes, figurativamente hablando, están por allí abajo en sus cuevas, a los cuales la luz del sol no llega. Es necesario venir a la luz. Leamos ahora los versículos 10 y 11:

"En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de él; pero el mundo no lo conoció. A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron."

Esta era la tragedia del mundo, y todavía lo es. El Creador bajó a esta tierra y fue hecho carne. Sin embargo, el mundo no le reconoce y le rechaza.

Hay quienes limitan la declaración que leemos aquí en el versículo 11 que dice: "A lo suyo vino", diciendo que significa que solo vino a la nación de Israel, a Su propio pueblo. Pero, nosotros creemos que abarca más. Vino a Su propio mundo porque Juan acaba de hablar en cuanto al hecho de que Él hizo el mundo. Vino a Su propio mundo y Su mundo no le recibió. Se trata de un rechazo universal hacia Él. Pero, veamos los versículos siguientes, el 12 y el 13. Dice el versículo 12:

"Más a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios."

Y nosotros damos en realidad, gracias a Dios por esta palabra "todos". "Todos" tiene una proyección universal, porque nos incluye a usted y a mí, estimado lector, dice "a todos los que le recibieron". Ahora, ¿qué les sucede? A todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, continúa el versículo, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Dice el versículo 13:

"Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios."

La frase, "los cuales no son engendrados" indica que la vida sólo puede venir por medio de un renacimiento. Viene a aquellos que reciben a Cristo, a los que creen en Su nombre.

Veamos estas frases más de cerca: ". . . los cuales no son engendrados de sangre." Esto significa que este renacimiento, no es una procreación natural. Dice el texto: ". . . los cuales no son engendrados. . . ni de voluntad de carne," y significa que uno no puede llegar a ser hijo de Dios mediante sus propios esfuerzos, por medio de algo que uno haga, es decir, por las buenas obras.

Y sigue diciendo: ". . . los cuales no son engendrados. . . ni de voluntad de varón," significa que no es por la educación, ni por la preparación que uno tenga.

Y continúa diciendo: ". . . los cuales no son engendrados. . . sino de Dios," significa que usted, estimado lector, sólo puede llegar a ser hijo de Dios mediante el renacimiento. Y esta es la obra directa del Espíritu de Dios. El Señor Jesús dirá en el capítulo 3 de este evangelio, versículo 6: Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es.

Es pues necesario, ser nacido del Espíritu. Ya nos hemos fijado en cuatro declaraciones que aparecen en los primeros tres versículos de este prólogo, y ahora encontramos tres declaraciones aun más profundas, en el versículo 14. Leamos este versículo 14:

"Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre."

"El Verbo fue hecho carne," dice aquí. Y deseo que usted mire esa declaración por un momento. El filósofo griego, probablemente estaría de acuerdo con nosotros en todo lo que dijimos sobre el versículo 1. Pero, aquí es donde creemos que no estaría de acuerdo con nosotros. Él nunca aceptaría como hecho, de que el Verbo se haya hecho carne. El idioma griego nos permite ponerlo en una forma más específica. Y creemos que en una forma más exacta, también. El Verbo fue nacido carne, se encarnó. Ahora, ¡piense en esto por un momento! Aquí viene Dios desde la eternidad. Ya era el Anciano de días, como le llama el profeta Daniel, y también vino a Belén, a nacer como un bebé. Alguien lo ha expresado de la siguiente manera. "Estaban buscando a un rey para exaltarlo, pero Él vino como un bebé que hizo llorar a una mujer."

Observe usted, que el evangelio según San Juan, ni aun menciona Su nacimiento en Belén. Y, ¿sabe por qué es que no lo menciona? Porque está hablando en cuanto a Alguien que es demasiado grande para Belén. Viene desde la eternidad y se hace carne. El Verbo se hizo carne, o nació carne. Por tanto, ésta es la historia de la Navidad, expresada en el evangelio según San Juan. Y es importante que veamos esto. Nació carne. Y la única manera en que eso pudo haber ocurrido, en que eso pudo haber tenido lugar, fue mediante el nacimiento virginal. El profeta Isaías, dice en el capítulo 9 de su profecía, versículo 6: "Porque un niño no es nacido, hijo nos es dado" (Isaías 9:6). Un Bebé nació en Belén, pero el Hijo vino desde la eternidad.

Ahora, la segunda declaración en este versículo 14, del capítulo 1 del evangelio según San Juan, es que "el Verbo. . . habitó entre nosotros." La palabra "habitó" es la palabra griega "skenos" que tiene el sentido de "acampar". La palabra "skenos" significa "tienda". El apóstol Pablo se sirve de esta misma figura en su segunda carta a los Corintios capítulo 5, versículo 1, donde compara nuestros cuerpos, en los cuales vivimos, con pequeñas tiendas de campaña o carpas. Son tan frágiles como una tienda. El apóstol Pablo dice: "Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, o sea, esta tienda, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos, eterna, en los cielos." Esta pequeña tienda en la cual vivimos puede ser tumbada en una noche por el viento. Puede desaparecer en un instante. Pero porque usted y yo, estimado lector, vivimos en estas pequeñas tiendas, el Dios de la eternidad bajó a esta tierra, asumió un cuerpo humano, instaló Su tienda y habitó entre nosotros. Esa es la segunda gran declaración en este versículo 14, del primer capítulo del evangelio según San Juan.

Tenemos luego, la tercera declaración. Y es: "y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad." Aquí hay una nueva declaración. La pregunta que nos hacemos naturalmente es: ¿no se limitó haciéndose carne? Y Juan nos responde: "¡Espere un momento! ¡Fue lleno de gracia y de verdad!" La palabra "lleno" quiere decir que simplemente estaba tan lleno que no podía tener más. Trajo con Él toda Su deidad. Cuando vino aquí al mundo, estaba lleno de gracia y lleno de verdad. Leamos ahora los versículos 15 al 17:

"Juan testificó de él diciendo: Éste es de quien yo decía: El que viene después de mí es antes de mí, porque era primero que yo. De su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia, porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo."

Jesús fue lleno de gracia y de verdad. Éste es Él, de quien hablamos. Moisés, el legislador, dio la ley, que revela la santidad de Dios, que el requiere para Sus hijos, y que descubre el pecado y condena a los seres humanos. Pero esa ley preparó el camino para la llegada de Jesucristo al mundo. Porque Él nos revela la gracia y la verdad de Dios, y con su obra en la cruz, provee la salvación que redime a las personas de la esclavitud del pecado.

Y aquí, amigo lector, vamos a detenernos por esta ocasión, porque ya nuestro tiempo se ha agotado. Continuaremos considerando este interesante Tema aquí en el capítulo 1 del evangelio según San Juan, en nuestro próximo escrito.

Al despedirnos, recordamos que Dios se acercó tanto a la humanidad, que se encarnó y habitó entre los seres humanos. Estimado lector, Él está, también hoy, muy cerca. Como dice al autor del Salmo 143:18, El Señor está cerca de los que le invocan, de los que le invocan con sinceridad.

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