Por la boca muere el pez....
En Siclag el calor era abrasador a pesar que la tarde estaba avanzada ya. Las milicias de David, aquel mediático líder del cual se hablaba mucho por sus hazañas volvían de una campaña en contra de los amalecitas y se encontraban el la ciudad brindando atención a los heridos y descansando de días, tal vez semanas de intensas luchas. El rey llevaba dos días en el lugar cuando el atalaya, desde la torre le dio noticias al entonces comandante y en un futuro rey de Israel que alguien se acercaba a la ciudad. Su aspecto era deplorable. Su ropa desgarrada y su piel curtida por el inclemente sol de oriente lo hacían parecer más un indigente que una persona normal. Sin embargo no cabía duda alguna al ver sus rastros de sangre seca y su cansancio que era un guerrero. El hombre pidió una audiencia con David. Cuando estuvo delante de David inclinó su frente hasta tocar el polvo en señal de reverencia y el futuro rey le preguntó: - ¿De donde vienes? - Logré escaparme del